Pablo Correa

Pymes y educación financiera

Ya sea que las midamos por ventas o número de empleados –dos formas clásicas...

Por: Pablo Correa | Publicado: Lunes 30 de junio de 2014 a las 05:00 hrs.
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Ya sea que las midamos por ventas o número de empleados –dos formas clásicas para definir el tamaño de las corporaciones- las pequeñas y medianas empresas en Chile representan el grueso del sector empresarial privado. Por número, el 99%. Por empleo, aproximadamente el 50%. Por contribución al PIB, un 20%. Y por contribución al pago del impuesto de primera categoría, una cifra cercana. En general, son empresas vinculadas al sector servicios y proveedoras de las grandes empresas.

Siempre el bienestar de las Pymes ha estado en el tapete público. De hecho, ha sido uno de los temas más polémicos de la discusión sobre la reforma tributaria. Así, para tener un diagnóstico preciso, cuando se le pregunta a la Pyme cuál es el mayor problema que enfrenta para llevar a cabo su negocio, la respuesta más frecuente es el acceso al financiamiento. No es el costo de éste, sino un problema previo: el acceso. Muy por detrás vienen temas como la carga tributaria o la burocracia. Durante muchos años se han desarrollado agendas pro Pyme, que sin embargo no parecen haber solucionado este problema. Tal vez una de las razones es que existe un problema de acceso a la información que no ha sido tratado y que tiene que ver con la educación financiera.

La evidencia nos muestra que desde la perspectiva de la Pyme, comenzar su negocio no es necesariamente el problema. Dos de cada tres nuevos emprendedores tienen o logran obtener fondos para comenzar su gestión, pero el acceso a financiamiento estable en el día a día hace que muchas veces empresas solventes con buenos planes de negocios, no sean viables. Para la Pyme, que por estructura es mucho más sensible a cambios en el ciclo económico –es menos diversificada, para partir- acceder al sistema financiero formal es clave no para partir, sino para sobrevivir.

La falta de acceso, por otra parte, es básicamente por un problema de información. Las Pymes, por un lado, no son capaces de generar información financiera y muchas veces mezclan sus estados financieros con los del dueño. No logran separar costos, diferenciar ventas de utilidades o proyectar flujos de caja. Por otra parte la banca, ante la ausencia de este tipo de información o de una base de deuda consolidada, no es capaz de dar acceso a empresas con poca historia o formalidad, con lo que el equilibrio es un punto muerto del huevo o la gallina.

Solo una vez que las empresas se formalizan, son capaces de acceder a este mercado, como muestra la evidencia (en Chile de 3 a 1 entre formales versus informales). Al mismo tiempo, como un circulo virtuoso, con la formalidad viene el financiamiento, y con éste la mayor generación de empleo y el crecimiento. Es decir, no se trata de cambiar de línea de negocio o reinventarse, solo se trata de tener acceso a las herramientas adecuadas.

En otras palabras, si es evidente que lo que falta es acceso a financiamiento en las etapas tempranas del negocio, más que solo concentrarse en políticas públicas que busquen reducir las primas de riesgo a través del uso de garantías estatales o generar mercados paralelos de financiamiento ya sea vía fondos o capital –por beneficiosos que sean- las políticas públicas también debiesen enfocarse en la educación financiera de la Pyme.

La formación de los trabajadores, directivos y gerentes o el acceso a consultorías especializadas son materias que deben ser reforzadas, ya sea a través de la transferencia de tecnología desde las grandes empresas hacia la Pyme o bien con programas estatales o académicos. El foco es que la información genera conocimiento, y éste a su vez produce oportunidades que pueden ser mucho más relevantes que una garantía. La educación financiera ayudará a poder construir flujos de caja, separar costos, identificar ingresos, estacionalidades, generar coberturas, etc. Y eso es permanente, es una ganancia directa para la Pyme que no se pierde en intermediarios o burócratas. Pero sólo se logra a través de una agenda público-privada coherente en el tiempo, de largo plazo y alcance, que transcienda ciclos y leyes. Y nunca es tarde para partir. Porqué no hacerlo ahora.

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