Mercado laboral: lo cíclico frente a lo estructural
Miguel Ricaurte Economista jefe de Banco Itaú
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Miguel Ricaurte
La recuperación económica no viene. Al menos, no como se esperaba apenas unos meses atrás. Esto sin duda está impactando al desempeño del mercado laboral. En este contexto, se están discutiendo reformas que tendrían un impacto estructural en el comportamiento del trabajo. Es clave mantener el orden en las discusiones y, por sobre todo, asegurar que primen los argumentos técnicos en el debate. No vaya a ser que siguiendo cantos de sirenas, terminemos sin querer, causando más daños que mejoras a la institucionalidad económica del país.
Lo cíclico (1): la economía está creciendo bajo el potencial. Una economía pequeña y abierta como Chile no será inmune a lo que ocurra afuera. Como he sostenido anteriormente, la incertidumbre y el daño al crecimiento global que está generando la disputa comercial entre EE.UU. y China afecta la capacidad de crecer del país. Las autoridades han hecho esfuerzos por contener esta desaceleración (tanto de gasto como de contención de expectativas). Sin embargo, y al igual que en el caso del estímulo fiscal de la anterior administración, éstos seguramente tendrían un efecto limitado si el entorno internacional continúa lastrando a la actividad. Por ello, hace algunos meses estimo que Chile crecerá sólo 2,4% este año, mientras que el potencial de largo plazo estaría en torno a 3,5%.
Lo cíclico (2): El mercado del trabajo se está debilitando. Más allá del cuestionamiento de que han sido objeto las cifras oficiales, difícilmente se puede argumentar que el mercado laboral no ha resentido el bajo crecimiento. El INE mostró desempleo “estable” en el segundo trimestre, pero con menos participación (caída en la fracción de personas trabajando a 59,4%, desde 59,9% del año pasado); con horas de trabajo disminuyendo (en 1,1%); y creación de empleo baja, sostenida por empleo relacionado al gasto público y los cuenta propia, mientras que el sector privado destruyó empleo asalariado (unos 48 mil puestos de trabajo en 12 meses). Fuentes complementarias (contribuyentes a los fondos de pensiones y registros administrativos) muestra que el empleo “formal” creció más en mayo (los datos más recientes), pero se está desacelerando.
Lo estructural: reformas como la de pensiones, la modernización al régimen laboral, así como el tan sonado proyecto de reducción de horas de trabajo, cambiarían la manera en que funciona el mercado laboral. Al modificar incentivos (costos y beneficios) asociados al trabajo, estas iniciativas legislativas podrían cambiar el apetito por trabajar, así como la demanda por mano de obra. Entender los impactos de dichos cambios es clave, más allá de la coyuntura actual. Puesto que todos tendrán algún costo, la discusión debe fundamentarse en argumentos técnicos. Distintas reformas que involucren al mercado laboral deben abordarse de manera integral para minimizar espacios de arbitraje normativo.
Debería ser de consenso que un marco legal moderno apunte a (1) mejorar la participación laboral (especialmente la femenina), (2) permitir esquemas de trabajo flexibles y, sin duda, (3) mejorar el bienestar de los trabajadores (lo que podría incluir reducción de horas de trabajo). La evidencia muestra que los tres objetivos se pueden lograr y varios países desarrollados lo han hecho. La literatura al respecto, de autoría de economistas de reputación conocida, debe tomarse como referencial, sobre todo cuando se basa en el comportamiento de economías distintas a Chile.