Mejorando la calidad de la inserción internacional
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Crecer con igualdad requiere educación y capacitación de calidad, al alcance de todos. Pero no basta. En el actual contexto de cadenas de valor e intensidad del cambio tecnológico, ello depende críticamente de la calidad de la inserción internacional. El desarrollo no se alcanza con US$ 20.000 de ingreso per cápita sino con productividad sostenida y menos concentrada, con diversificación productiva y exportadora y con avances en innovación y C&T.
Tras décadas de notable desempeño exportador surgen llamadas de atención. Las exportaciones se concentran demasiado en recursos naturales con baja elaboración; se estanca el número de productos exportados y de empresas exportadoras; el valor exportado se concentra en pocas empresas; baja presencia de Pymes; débiles eslabonamientos productivos entre exportaciones y resto de la economía; pocas empresas en cadenas internacionales de valor; modesto esfuerzo de promoción de exportaciones y limitada cultura de innovación empresarial.
Es necesario avanzar -gradualmente -pero con más decisión en diversificación de exportaciones, retomando la política de clusters que emergía hasta el 2009. No se trata de darle la espalda a los recursos naturales sino de sacarles el máximo provecho, fortaleciendo los eslabones de manufacturas y servicios asociados a exportaciones de recursos naturales y la presencia de Pymes en ellos. Si Chile es el principal productor y exportador de cobre, porqué no tenemos aquí el principal centro tecnológico del cobre en el mundo, concentrando allí a los mejores cerebros en esta área? Esto no lo resuelve el mercado. Es una decisión que requiere mirada estratégica, liderazgo y una sólida alianza público-privada y entre empresas y universidades.
La experiencia de proveedores de clase mundial, promovida por BHP, muestra un camino interesante: una alianza entre una transnacional, a la que se suman Codelco y otras agencias estatales, generando condiciones para que empresas nacionales provean bienes y servicios a las empresas mineras, con niveles de calidad internacionales. Esta experiencia podría ampliarse a otros rubros de recursos naturales, atrayendo IED de frontera tecnológica y con la política pública apoyando la internacionalización de nuestras Pymes, con centros de servicios tecnológicos, capacitación y financiamiento. Esto supone reformas importantes en Corfo, Prochile y BancoEstado. También restaurar el Consejo Nacional de Innovación, restableciendo allí el diálogo público-privado. Hace falta un Comité Interministerial de Innovación y Competitividad, que se reúna trimestralmente, encabezado por la Presidenta. El Comité se podría reunir dos veces al año con representantes de organizaciones empresariales, laborales y de las universidades. Ayudaría en estas tareas una Oficina de Prospectiva, ubicada en La Moneda, en vínculo con varios ministerios y participando en las instancias mencionadas. Un Plan Asia/China, con iniciativas públicas y privadas, con un calendario de acciones y metas precisas podría surgir de allí.
Prochile requiere más presencia y recursos privados; privilegiar los mercados asiáticos y mayor coordinación en el exterior con Corfo. A mediano plazo, habría que estudiar la fusión de Corfo, Prochile y el Comité de Inversiones Extranjeras, consolidando en una agencia las tareas de innovación, competitividad, promoción exportadora y de inversiones.
La cooperación regional necesita más prioridad y recursos. El comercio intra-regional es más intensivo en manufacturas, más amigable con las Pymes y más propicio a que éstas incursionen en cadenas de valor subregionales. Habría que reforzar nuestra presencia en la CAF, promoviendo alianzas y redes regionales en ámbitos claves. Algunas sugerencias: i) programas plurinacionales de innovación en minería, pesca, maderas, frutas y vinos en alianza con centros tecnológicos sudamericanos; ii) cada ministerio podría desarrollar un programa sudamericano en temas sustantivos; ii) realizar Consejos Ministeriales Binacionales, con varios países de la región.