Valor compartido ¿reinventando el capitalismo?
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Matko Koljatic
Mark Kramer estuvo en Chile a principios de octubre participando en un seminario. Si Ud. no sabe quién es, le cuento que con Michael Porter son los coautores del artículo “Creating Shared Value”, publicado en 2011 en Harvard Business Review. Este concepto ha tenido una amplia repercusión a nivel mundial, con escuelas de negocios que están reformulando sus programas en torno a este concepto y también local, al punto que un banco lo adoptó como su estrategia de posicionamiento comercial. En un reconocimiento que es decidor, el artículo fue elegido como el mejor publicado por HBR en 2011.
Lo que Porter y Kramer (en adelante P&K) están haciendo es una cruzada nada de trivial: ¡reinventar el capitalismo! Lo que proponen es una nueva lógica en los negocios, alternativa a la maximización de utilidades típica del análisis microeconómico, que llaman Valor Compartido. La expresión en ingles: ‘do good and do well’, resume la idea.
Profundicemos brevemente en lo que P& K proponen. En primer lugar, hacen un diagnóstico en que atribuyen la mala reputación de las empresas en la sociedad, que consideran insostenible, a lo que sería la lógica dominante de los negocios actuales: una focalización estrecha por parte de los empresarios y de los mercados de capitales en los resultados económicos de corto plazo, sin consideración por los efectos de sus decisiones en las comunidades en que los negocios están insertos.
En su explicación del paradigma propuesto se desmarcan de la responsabilidad social, la filantropía y la sustentabilidad, que consideran meramente formas de repartir el valor económico creado, sin creación agregada de valor.
Alternativamente, lo que P&K proponen es cambiar el objetivo de las empresas a la creación de valor social, en el entendido que ello llevará a las empresas a crear más valor económico. El ‘Valor Compartido’ lo definen como el conjunto de políticas y prácticas operacionales que mejoran la competitividad de las firmas al hacer avanzar simultáneamente las condiciones económicas y sociales de las comunidades en que operan. En su concepción, al centrar los objetivos corporativos en las necesidades de la sociedad se produciría un ciclo virtuoso de innovación y emprendimiento que alimentaría la creación de valor económico.
La proposición de P&K suena atractiva. Ganar plata haciendo el bien, suena bien. Tengo dudas, sin embargo, de cuán distinto es lo que proponen a lo que conocemos. En primer lugar, vale la pena destacar que P& K reconocen no tener ‘un modelo general para guiar estos esfuerzos’, por lo que no es posible testear el concepto. De hecho, no he visto investigación académica sobre estas ideas, ya que el ‘modelo’ no es realmente tal.
Tal vez por lo mismo, por la falta de especificidad del modelo, el concepto de Valor Compartido, al final del día parece gravitar también, hacia la creación de valor económico. De los muchos ejemplos de creación de valor compartido que muestran en su artículo, en todos ellos se destaca que el objetivo final del Valor Compartido es la creación de valor económico. Si ello es así, ¿en qué sentido es distinto el Valor Compartido a lo que hubiera hecho una empresa cualquiera, manejada bajo los criterios del paradigma económico de creación de valor enunciado desde los tiempos de Adam Smith?
Más aún, ¿cabe en el modelo que una empresa lleve a cabo una estrategia que favorece a la comunidad en detrimento de la riqueza de los accionistas? Pienso que P&K se verían obligados a dar una respuesta negativa. Por ello, la impresión que me da es que lo que se está propiciando es simplemente más de lo mismo, con todos sus virtudes y defectos, bajo un envoltorio distinto.
Valorizo, eso sí, la intuición que proponen que las necesidades sociales le darán forma a los mercados del futuro. Las empresas no deben pensar sólo en sus utilidades, sino que también considerar los grandes temas de la sociedad. El mundo está cambiando y en el proceso de creación de valor económico, por cierto tendremos que darle el peso que tienen las demandas sociales. Los movimientos sociales de los dos últimos años nos demuestran que ello es imprescindible.