Crecer o no crecer, esa es la cuestión
Manuel Bengolea Gerente general Octogone chile
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Manuel Bengolea
Tal como el soliloquio de Hamlet de Shakespeare, “ser o no ser”, el problema de la Nueva Mayoría (NM) es si dedican sus esfuerzos a “crecer o a no crecer”. La conspicua división entre las diferentes facciones de este conglomerado electoral, es si el crecimiento económico es la palanca para superar la pobreza y avanzar en igualdad, o lisa y llanamente es una variable residual, o la consecuencia indeseada, de políticas igualitarias con derechos universales garantizados.
El problema del gobierno es que las rentas del cobre le permitían ciertos lujos, que con el precio actual del metal son inaccesibles. Es más, los entendidos en la materia sostienen que los altos precios del cobre no volverán en los próximos diez años. Si a lo anterior le agregamos la desprolijidad de la autoridad para legislar y tramitar reformas, lo que ha afectado significativamente las expectativas de empresarios y consumidores, entonces los pronósticos de crecimiento no puede ir en otra dirección que no sea el sur, esto es seguir desacelerándose.
Según la encuesta de expectativas económicas del Banco Central, el crecimiento económico se ha venido corrigiendo constante y paulatinamente a la baja, hasta alcanzar en enero un incremento esperado para el 2016 y 2017 de 2,1% y 2,8%, respectivamente. Mis pronósticos son más bajos que los de las encuestas en a lo menos medio punto porcentual anual. Sin embargo, lo relevante para el 2016 es cómo será el crecimiento interanual, esto es cuál será la trayectoria de crecimiento a lo largo del año. Desde una perspectiva temporal el crecimiento económico ha fluctuado cerca del 2% en los últimos 18 meses, y la pregunta más relevante es qué ha cambiado hoy respecto de estos últimos meses, como para saber hacia dónde podría fluctuar dicha trayectoria en los próximos meses.
El precio del cobre, nuestro principal factor de crecimiento, sigue cayendo y se sitúa por debajo del costo de producción de Codelco; de ahí la advertencia del ministro de Hacienda sobre la nula contribución de ésta al Fisco. Es decir, el cobre tiraría para abajo el crecimiento. El factor interno, esto es las expectativas de empresarios y consumidores, empeoraría. Por una parte, está la reforma laboral, que de aprobarse como la CUT y el ala radical de la NM quieren, sería un factor desestabilizador del crecimiento. Por otra, de continuar el frenesí legislativo, donde el imperio de la ideología ceda ante la racionalidad del objetivo, las expectativas difícilmente mejorarán. En resumen, ninguno de los factores pareciera anticipar una aceleración del crecimiento, más bien podrían desacelerarlo hasta el punto de que tengamos meses con contracción económica durante este año.
Es probable, por base de comparación además, que los primeros meses del 2016, el Imacec presente cifras negativas en las lecturas de cambio anual, lo que constituiría la primera contracción desde la crisis del 2009, y la primera desde el fin de la dictadura, en que uno de los factores que la indujeron serían la incompetencia económica del gobierno, y éste tendrá que decidir entre “ser” el nirvana igualitario en la pobreza, “o no serlo” y aceptar la prosperidad desigual del crecimiento económico.