Al ojo del amo mejora el colegio
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Manuel Bengolea
A pesar de que aún no hay información definitiva de cómo será la Reforma Educacional (RE) finalmente aprobada, uno de los conceptos que se discuten, es que el Gobierno compre los colegios particulares subvencionados, y que sus antiguos dueños continúes administrándolos, provisto que por tal labor reciban un sueldo normal y una compensación acorde con sus esfuerzos y logros.
Lo anterior me recordó el refrán de; "al ojo del amo engorda la vaca". El dueño de la vaca, quien a su vez es quien la alimenta, se preocupa que ésta esté en las mejores condiciones para que la producción de carne sea lo más alta posible, pues su bienestar depende de ello. Si alguien le ofrece comprar la vaca, y pagarle por engordarla, la cantidad de kilos adicionales que agregue a su peso, será directamente proporcional al pago que obtenga por su esfuerzo y resultado. Pensar que va a trabajar con el mismo ímpetu por un sueldo fijo es ridículo. Está en la naturaleza del ser humano esforzarse más cuando la compensación prometida es mayor, así es que cualquier acuerdo para engordar la vaca que niegue lo anterior es simplemente absurdo, probadamente incompetente e injusto.
¿Qué tiene que ver la engorda de la vaca con la RE? Si lo que la reforma pretende es comprar colegios a sus dueños, y no compensarlos debidamente por sus esfuerzos y logros, entonces los ex dueños de colegios, devenidos ahora en empleados fiscales, no tendrán incentivo alguno en sobresalir y empeñarse por hacerlo mejor. Ahora, si se les quiere compensar por sobresalir y esforzarse, entonces que establezcan claramente cómo lo harán. Calificar con "excelente" a un director de colegio, y obtener por ello sólo un reconocimiento al mérito, no será incentivo suficiente para motivarlo a destacarse. Resulta obvio, que aquellos directores que lo hacen bien deberían ganarse una compensación real, idealmente monetaria, pues los galardones no sirven como medio de compra. El problema es que esta compensación monetaria equivaldría a "lucrar" con dineros públicos y eso quedaría prohibido por la ley de "fin al lucro".
Complejo problema tiene el Gobierno, pues, en su intento por capturar el favor de la calle, se casó con el "fin al lucro", y resulta que si quiere que el director del colegio funcione bien, deberá pagarle por ello. El Gobierno puede inventar el esquema que quiera para soslayar esta contradicción, pero al final del día, si el plan es comprar el colegio a los actuales dueños, y tenerlos contratados sin premios monetarios evidentes por su empeño, el resultado será que no habrá incentivo para esforzarse en impartir mejor y más educación, con lo cual los resultados no serán ni de cerca los esperados y mucho menos los prometidos. Me imagino que hasta los representantes del PC estarán convencidos, dada la experiencia que tuvieron con la colectivización del mundo agrícola tanto en China como en la Unión Soviética, que derivó en hambruna y millones de muertos, que la ausencia de incentivos en la producción de un bien o un servicio, produce su escasez. Ni hablar del tema de la selección por mérito académico, que se acabaría con la famosa tómbola. Se imaginan lo que sería la selección chilena de futbol si sus seleccionados se eligieran con una tómbola. Nuestra querida selección no existiría como equipo de futbol.
Por suerte, el interés de los estudiantes y sus padres está primando, y se escuchan propuestas más sensatas, como la del senador Montes, que planteó que los sostenedores con menos de 500 alumnos no estuvieran sujetos a esta absurda ley del fin al lucro. Si lo que se quiere es evitar el abuso en la utilización de recursos fiscales, entonces fortalezcan la fiscalización y endurezcan las penas a quienes efectivamente abusen. Por suerte también, el tema de la tómbola para la selección está siendo aterrizado y no son pocos quienes en la Nueva Mayoría creen que la meritocracia, o la competencia por sobresalir académicamente, son buenos como mecanismo de ascenso social. Espero que el Gobierno y sus políticos asuman rápido su error, ya que nadie espera que sean infalibles, sino flexibles.
Los ciudadanos comienzan a entender que, a pesar de que mejorar la educación es un anhelo ampliamente compartido, el mecanismo escogido para lograrlo es crucial para el éxito. Estos ciudadanos cuestionan y desaprueban la Reforma Educacional del Ministro Eyzaguirre, y como dijera éste, cuando era ministro de finanzas de Lagos, pareciera que con su reforma no "cuadra el círculo".