Leyes buenas, leyes malas
Recientemente fueron aprobados dos proyectos de ley que se diferencian principalmente por una sola cosa: uno constituye...
Recientemente fueron aprobados dos proyectos de ley que se diferencian principalmente por una sola cosa: uno constituye un verdadero aporte para el país mientras que el otro es un retroceso en materia de libertad y responsabilidad para los chilenos. Me refiero a las recientes leyes que contemplan la “Agencia de Calidad y Superintendencia de Educación” y a la “Ley de Rotulación de los alimentos” o “Ley Súper 8”.
La primera es un verdadero avance para la solución de uno de los mayores problemas de Chile: la calidad de la educación. Con esta ley nuestros legisladores dan muestras de un compromiso con el país que se traduce en una preocupación por mejorar efectivamente el sistema de enseñanza, que busca desarrollar institucionalmente a través de la creación de entidades que transversalmente son aceptadas como beneficiosas para la consolidación de una educación de calidad.
Sin embargo, este compromiso se contradice con la promulgación de leyes como la del “Súper 8”, ya que la ley de Rotulación de los Alimentos constituye un verdadero retroceso en la consolidación de la sociedad que queremos. Para quienes verdaderamente creemos en la libertad, esta ley nos asusta. Nos asusta porque sabemos que cuando el Estado le va despojando a la persona su libertad y la responsabilidad de tomar decisiones se contribuye a la formación de una sociedad en que las personas no son dueñas de sus vidas y en la que el Estado decide por ellos. Y una decisión tan básica como la de elegir qué comer no puede ser regulada por el Estado.
Esos mismos jóvenes a los cuales se les prohibe la compra de ciertos alimentos son imputables frente a la ley, puesto que para esos casos nuestras autoridades los ven como personas con “conciencias ya desarrolladas”. También son esos jóvenes quienes compran sus cigarros y “copetes” en los mismos locales en que se les niega comprarse ciertos alimentos.
Porque creemos que los jóvenes somos un verdadero aporte a la sociedad, porque nos sabemos conscientes de nuestros actos, porque vamos a elegir a nuestras autoridades y porque creemos en la libertad y en la responsabilidad individual, podemos opinar sobre estas leyes. Bien por las que favorecen la educación de calidad, mal por aquellas donde el Estado decide por las personas.
Una buena y una mal. Avancemos para que la próxima sean dos buenas. Por los jóvenes y por Chile.