La Polar, deberes ineludibles
Luego de las últimas revelaciones en el caso La Polar, la indignación generalizada que...
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Luego de las últimas revelaciones en el caso La Polar, la indignación generalizada que va desde el presidente de la Republica hasta el más modesto de los deudores afectados por esa casa comercial aparece ampliamente justificada. No es este el momento -luego de develarse que la manipulación de las colocaciones era una práctica que venía ejecutándose masiva y coordinadamente desde el año 2003- para desviar la atención de aquello que debe constituir el norte de la autoridad en este momento: esclarecer los hechos y procurar la sanción de todos los culpables.
El amplio espectro de los afectados, pequeños deudores, acreedores de la multitienda, los miles de chilenos que tienen parte de sus ahorros invertidos en las AFP, las demás empresas del retail que se han visto seria e injustamente perjudicadas por una pérdida de confianza en las bases del negocio, demandan una actitud clara, decidida y tenaz en procura de lo anterior.
Que ello deba hacerse buscando no afectar el normal funcionamiento de la empresa, puesto que su quiebra pudiera resultar en un daño mayor, no merece dudas. Son miles los trabajadores que dependen de una remuneración de la multitienda y cientos los proveedores para quienes este escenario resultaría dramático. El punto es que, con lo doloroso que ello pueda ser, el objetivo primero no puede quedar supeditado a este último. De la misma manera, el que la búsqueda de los culpables deba hacerse igualmente sin consideraciones especiales respecto de la condición o posición de los eventuales involucrados, tampoco las merece.
Sin caza de brujas, pero sin eludir el deber de buscar la verdad y sancionar a los responsables.
Es cierto que habrán de ser los tribunales de justicia los que establezcan qué fue lo que efectivamente sucedió y cuál fue el grado de participación y responsabilidad de cada cual, resulta evidente que estamos en presencia de un fraude de carácter grueso como pocas veces se ha visto. Un fraude que puso en jaque el sistema de controles y balances al interior de la sociedad anónima al cometerse a lo largo del tiempo con consecuencias patrimoniales gravísimas para miles de chilenos y que, por lo mismo, no da espacio para que exista la más mínima vacilación en la actitud que les cabe a todos quienes tienen la responsabilidad de buscar que se hagan efectivas las sanciones que sus autores merecen.