Columnistas

La ilusión de la democracia

Tomás Sánchez

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A la mayoría le gusta la democracia. Nos entrega la libertad de elegir a quienes sean nuestros representantes. Y es que la libertad, después de la vida, es probablemente el valor más aspirado por todo ser humano. Pero si lo pensamos dos veces... ¿Realmente la democracia nos hace más libres? Lamentablemente a veces la democracia parece ser el opio del pueblo, una palabra tras la cual todos se cuadran. Tanto así que hoy "democratizar" cualquier cosa (desde la educación hasta el internet) es sumamente bien visto, cuando la verdad es que la mayoría de esos procesos lo que hacen realmente es "masificar" ese algo, no hacerlo más democrático. Pero no importa, la palabra es linda y nos gusta, entonces usémosla.


La Democracia como tal es un sistema efectivo a la hora de resguardar el abuso de poder y establecer un proceso público de rendición de cuentas para evaluar a los gobernados. Ambas características son suficientes para respaldarla, pero no seamos ilusos para pensar que por si sola nos hace más libres. Difícilmente podríamos decir que podemos elegir a quien queramos, ya que nuestra democracia hoy es como pensar que somos libres de elegir que comer al entrar a un restaurant con pocos platos y comida recalentada.


Para ser realmente libres, necesitamos levantar el valor de la libertad por sobre otros. Poner la libertad al centro de la discusión de las políticas públicas y elegir a representantes que crean en ella. Promover un sistema de gobierno que asegure el recambio, disminuyendo los costos de entrada y salida de los personeros de gobierno. Si queremos una clase política de lujo y unos funcionarios públicos al mismo nivel, hay que reducir el costo de cambio para que entren los jugadores buenos y con piernas frescas.


En el último año, hemos discutido varias reformas, sin embargo nunca se ha hecho a la luz de si éstas nos hacen más libres o no. Si queremos más libertad votemos por ella. Apoyemos el nacimiento de nuevos movimientos y partidos políticos que defienden este concepto. Poner en valor el discurso liberal más allá del manoseado neo-liberalismo, sino que de uno que también vele por la justicia y asegure un piso para poder ser libres, ya que la mayoría de las personas hoy en Chile no lo son. Exijamos mecanismos que hagan transparente la gestión en cargos públicos y la remoción cuando no se hace bien. Sólo así llevaremos a responder a nuestros representantes por las cosas por las que realmente queremos, y que no hagan sólo lo que a ellos les conviene para ser re-elegidos, prestando atención sólo cada cuatro años.

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