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La agenda antiempleo del Ministerio del Trabajo

CECILIA CIFUENTES Economista y directora del Centro de Estudios Financieros del ESE, UAndes

Por: CECILIA CIFUENTES | Publicado: Martes 27 de agosto de 2024 a las 04:00 hrs.
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CECILIA CIFUENTES

En algo estamos de acuerdo; Chile tiene como uno de sus desafíos volver a crecer, principalmente porque es la forma de mejorar las condiciones de vida de la población, a través principalmente de más y mejores empleos. El rezago en materia laboral es significativo, no solo porque el desempleo está por sobre los promedios históricos y la mediana salarial de los trabajadores bordea los $ 580.000, sino principalmente porque la tasa de ocupación laboral está bastante por debajo del promedio de la OCDE. Son cerca de 800.000 puestos de trabajo los que nos faltan para lograr ese nivel, y lo cierto es que ese déficit se explica casi totalmente por los deciles bajos de ingresos. Para qué decir si comparamos la brecha en trabajo formal, son millones de empleos los que restan. Necesitamos crear empleo formal para los grupos vulnerables, de menor calificación, y no solo para mejorar los ingresos de esos grupos, sino para evitar la dependencia crónica de los subsidios del Estado que daña la dignidad, con el consecuente problema de clientelismo.

“El resultado de las políticas ya aprobadas, junto con los anuncios en esta materia solo apuntan a mayores costos laborales, lo que no genera mucho daño para los trabajadores calificados, pero crecientemente excluye del mercado laboral formal a los grupos vulnerables”.

¿Y cuál es la agenda laboral del Gobierno? El resultado de las políticas ya aprobadas, junto con los anuncios en esta materia solo apuntan a mayores costos laborales, lo que no genera mucho daño para los trabajadores calificados, pero crecientemente excluye del mercado laboral formal a los grupos vulnerables. No debería llamar la atención, entonces, que el número de cotizantes dependientes en el último año haya caído en más de 80.000, considerando además que esa caída está explicada por los cotizantes de ingresos bajos. La ministra del Trabajo ha dicho que la mayor informalidad se produce por la desconfianza de las personas en las AFP. Curioso argumento, considerando que la evidencia es clara en mostrar que los empleos formales, en que la cotización es obligatoria, son mejor pagados, por lo que no parece razonable pensar que los trabajadores eligen la informalidad. Por el contrario, es la agenda laboral impulsada por la CUT la que los empuja a la inactividad e informalidad, sobre todo considerando el contexto de automatización que enfrentamos.

Revisemos lo que se ha hecho; primero, un alza de salario mínimo de 44% en lo que va del Gobierno, en comparación con un aumento del IPC de 16%. A esto se suma la reducción de la jornada, y la aprobación de la Ley Karin, que, si bien tiene un objetivo valioso y necesario, genera costos de implementación para las empresas. La agenda anunciada es aún más compleja para los empleadores, partiendo por un engorroso y casi inaplicable esquema para asegurar la equidad salarial de género, y la guinda de la torta, la negociación ramal, equivalente a una colusión de los trabajadores mejor pagados para evitar el ingreso a sus sectores productivos de empresas más pequeñas, que no podrán competir y dar oportunidades laborales a trabajadores de menor calificación. Se suma también el aumento de cotización previsional que, aunque muy necesario, inevitablemente encarece el empleo formal.

Por supuesto, las políticas para lograr mayor productividad a través de la capacitación brillan por su ausencia, por lo que, de aprobarse esta agenda, el resultado evidente será un incentivo artificial a la automatización. En vez de cerrar la brecha de tasa de ocupación con la OCDE, el resultado esperable es que ésta seguirá creciendo ¿Tan poco le importa al Ministerio del Trabajo el que debería ser su objetivo central?

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