Productividad, una vez más

José Miguel Benavente

En un informe reciente de la Universidad Adolfo Ibáñez, liderado por los economistas Magendzo y Villena, nos confirman lo que ya sabíamos hace un tiempo. Que la productividad (PTF) de nuestra economía aún no logra despegar. Y que sigue siendo nuestro talón de Aquiles desde hace ya una década. En efecto, la que fue una de las grandes fuentes del crecimiento logrado en Chile a fines de la década pasada, hoy ya no existe.



En lo que el informe nos sorprende es sobre las grandes heterogeneidades que hay entre sectores productivos. Durante la última década, el sector agrícola -que incluye a la pesca- presenta los mayores incrementos de PTF, mientras que en sectores más intensivos en capital, como la minería, la productividad no sólo tiene una menor relevancia sino que además tiene los niveles más deficientes.

Lo que también sabemos de estudios comparativos internacionales, es que las mejoras de productividad a nivel de sectores ya no vendrán por el lado de entrada de firmas más productivas ni la salida de aquellas menos productivas. Estos efectos, muy asociados a las reformas comerciales, ya rindieron sus frutos y, por ende, no están disponibles como mecanismos de política pública.

Estudios recientes también nos mencionan que la heterogeneidad al interior de los sectores productivos, también es enorme. Por ejemplo, en las panaderías en la Región Metropolitana existen una pocas plantas muy eficientes, pero la mayoría está muy rezagada comparativamente a las líderes. Obviamente que estas diferencias están asociadas con el tamaño de las plantas, pero también hay aspectos relacionados con las competencias de sus trabajadores y en especial, con la falta de conocimientos en gestión y financieros de su plana administrativa, como también con un acceso deficiente a insumos claves para la producción.

Es en este contexto que la política pública toma relevancia. Primero, al comprender que existe una enorme heterogeneidad entre los sectores productivos, por lo que instrumentos de apoyo diseñados para la manufactura puede que no sean muy eficaces en sectores intensivos en recursos naturales. Segundo, reconocer la alta heterogeneidad en productividad ahora al interior de los sectores. Es por ello que un crédito tributario a la I+D -si bien es una excelente medida- sólo será pertinente a un reducido numero de empresas, mientras que para la gran mayoría es irrelevante.

Muchos de los instrumentos diseñados para mejorar la productividad están concentrados para aquel grupo más avanzado, entre otras cosas, pues son apoyos novedosos, atractivos y visibles. Pero si deseamos realmente incrementar la productividad agregada de la economía, debemos dar cuenta de las heterogeneidades y por sobre todo buscar soluciones innovadoras para el grueso de empresas que está muy rezagadas, muchas de ellas de menor tamaño. Para ello requerimos de una institucionalidad pública que esté focalizada en esta labor, probando y revisando las diferentes intervenciones, dando cuenta de los avances y retrocesos, muy focalizada en la difusión de buenas prácticas y, sobre todo, conciente de las particularidades sectoriales como también territoriales.