José Miguel Benavente

Dependencia de Conicyt

Hace algunos días, el ministro Longueira propuso cambiar la dependencia...

Por: José Miguel Benavente | Publicado: Miércoles 10 de octubre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Hace algunos días, el ministro Longueira propuso cambiar la dependencia institucional de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, más conocida como Conicyt, desde el Ministerio de Educación al Ministerio de Economía. Y su argumento central fue que la ciencia debería estar orientada a solucionar problemas productivos del país, vinculándose más estrechamente con el mundo empresarial para lograr este objetivo. Como era de esperarse, ardió Troya.



Vale la pena mencionar que esta comisión es la principal agencia de apoyo directo, mediante subsidios, al desarrollo de la ciencia chilena. Y lo ha sido así desde su creación en 1968. También vale la pena mencionar que, en general, ha sido dirigida por miembros de la comunidad a las cuales sirve. Aunque se reconoce que la excelencia y la rigurosidad han sido características fundamentales de dicha comunidad, como también la forma en que se asignan los tributos de todos nosotros en estas materias. Juicio de pares, selección por méritos académicos, exigencias de resultados y castigos contingentes a su incumplimiento. Se han hecho varios evaluaciones de su quehacer y, en base a indicadores relacionados con la ciencia, los logros son significativos y costo-efectivos.

No hay duda de que en todos los indicadores relacionados con el esfuerzo público para apoyar la ciencia, la tecnología y la innovación, estamos muy rezagados. Debemos invertir más en ciencia, tanto básica como aplicada como también en tecnología e innovación. Desvestir un santo para vestir a otro no ayuda mucho. Lo que sí debemos cuidar es que los recursos destinados a la ciencia tengan un buen uso, y no sólo los científicos determinen qué hacer con ellos. Hay que buscar nuevos espacios y áreas en especial de carácter muldisciplinario, y que puedan tener impacto en el ámbito productivo y social del país. Que no es lo mismo que hacer investigación para la innovación.

Es por ello que más que concentrarse en la dependencia ministerial de Conicyt, sería más útil en esta etapa restituir su gobierno corporativo que tenía hasta octubre de 1973. Habían allí representantes del mundo universitario, productivo, de otras agencias como Corfo y ministeriales como también algunos designados directamente por el presidente de la República.

Algo parecido podría suceder con el consejo de Corfo, donde junto con velar por un buen desempeño de la institución se busque resolver los problemas de coordinación de políticas gubernamentales de apoyo a estas actividades, evitando duplicidad de programas, generando mecanismo de transparencia en la asignación y uso de los recursos fiscales como también evitando la captura por parte de los beneficiarios de los programas que manejan.

En este sentido, algunos de sus consejeros no pueden ser elegidos por la autoridad de turno ni del ministro del cual depende la institución. Ni pueden ser vetados por ellos. De otra manera se caería en la tentadora trampa de buscar impacto en el corto plazo de actividades cuyos frutos se manifiestan necesariamente en el largo plazo.

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