Jorge Quiroz

Vendrán tiempos mejores

Socio Principal de Quiroz & Asociados

Por: Jorge Quiroz | Publicado: Viernes 11 de marzo de 2016 a las 04:00 hrs.
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Las economías, así como las sociedades, conllevan “ciclo” y “tendencia”. La tendencia sólo puede apreciarse en retrospectiva. Por ejemplo, hoy sabemos que los casi treinta años que mediaron entre 1986 y 2013 configuraron una tendencia histórica marcada por una creciente prosperidad, casi sin par en nuestra historia. Pero en 1986, cuando la tendencia comenzó, pocos la adelantaron, porque las tendencias son por lo general impredecibles, sobre todo en sus albores. Después de todo, “el futuro” no existe, lo imaginamos cada día y lo forjamos en cada jornada.

Hoy, qué duda cabe, la economía y política nacionales se asoman a profundidades pocas veces vistas: estamos ad portas de una legislación laboral anacrónica; la ruina de imagen de otrora respetables grupos empresariales se ha hecho un lugar común, a lo que ha seguido toda una caza de brujas; tampoco parece quedar político en pie, ni a éste ni al otro lado del espectro; algunos caminos del sur comienzan a asemejarse a peligrosas rutas del viejo Oeste; las proyecciones económicas del Central parecen fábula de cara a la escuálida realidad; nuestra tan cacareada solidez fiscal parece tener los días contados y la popularidad de la Presidenta bate récord de baja. El país que hace poco crecía al 5% hoy parece una vieja leyenda.

¿Significa todo esto que comienza un cambio de tendencia? ¿A treinta años de progreso, le seguirá ahora la decadencia?

Imposible saberlo. Quién sabe si estamos entrando a largos años de declive –algo así como el comienzo del fin- o si el país volverá a escoger líderes que hayan alcanzado la plena adultez – el fin del comienzo. El futuro está abierto. Y como se ha dicho, las tendencias, en sus albores, son impredecibles. Un botón de muestra: el día de la toma de la Bastilla, Luis XVI escribió en su diario: “sin novedad”… Si la historia personal y social a veces es trágica, es precisamente por la incapacidad humana para predecir una nueva tendencia.

En contraste con ello, y aunque a ratos parezca práctica mistérica, los humanos sí tenemos algún olfato para los ciclos, porque aún dentro de una tendencia negativa, con probabilidad uno ocurren “veranos de San Juan”. Así como aún dentro de una tendencia próspera, nos visitan ocasionalmente crisis y recesiones. Independientemente de nuestro juicio sobre el signo de la actual tendencia, podemos afirmar que dentro de la misma estamos pasando por un “ciclo bajo”, cosa de revisar los síntomas. Y por ello, más temprano que tarde, tendremos un ciclo de alza. Con probabilidad uno.

Por lo pronto, y contrariamente a algunos intentos narrativos, el entorno internacional está lejos de ser tan adverso como lo pintan. En el período 2010-2013, en que el país creció un 5,3% anual, Estados Unidos creció sólo un 2,0% como promedio; el año pasado en cambio, lo hizo a un 2,4%, lo que motivó a la Fed a atreverse con un alza de tasas. La tasa de crecimiento de nuestros socios comerciales el 2015 fue de 3,0%, no muy distinta de la ocurrida en 2012, cuando nuestro país creció un 5,5%, no le echemos la culpa al empedrado. El crecimiento de China, aún en el territorio “adverso” del 6,5% anual, provee un piso importante para la economía mundial y es probable que antes de lo que se cree veamos alguna corrección al alza en el cobre. Las acciones de la plaza, aún en el sombrío panorama actual, comienzan de pronto a lucir baratas, y en política, la ley del péndulo también se hará sentir prontamente. Éste, antes de iniciar el sentido inverso, será anticipado por los mercados.

Después de todo, incluso a las familias de abolengo cuando declinan les toma varias décadas arruinarse y además lo hacen con cierta gracia y decoro, porque en el intermedio son regularmente visitadas por algunos episodios de fortuna. No sabemos a dónde va la tendencia actual. Pero sí sabemos que el ciclo rebota: al menos por un rato, y aunque sólo sea “ciclo”, vendrán tiempos mejores.

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