Inversiones con impacto
Eliel Hasson Presidente Directorio, Consejo Chile-Israel para la Ciencia, Tecnología, Innovación y las Humanidades
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Eliel Hasson
Lo sabemos bien: “business as usual” dejó de ser una opción. En efecto, y como bien lo grafica un estudio publicado por la Comisión de Negocios y Desarrollo Sostenible, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU ofrecen oportunidades de negocios que superan los US$ 12,3 mil millones y la construcción de 380 millones de nuevos puestos de trabajo para el 2030.
Según Sir Ronald Cohen, presidente del Global Steering Group for Impact Investment y miembro del Strategic Advisory Board de Bridges Israel -fondo de inversión de impacto que invierte en empresas israelíes para generar rendimientos financieros competitivos e impactos sociales significativos-, la actual crisis sanitaria y económica representa una gran oportunidad para construir un Nuevo Pacto, que, con el “corazón invisible” del impacto social, oriente la “mano invisible” de los mercados; el “laissez faire” del liberalismo clásico.
Israel, país que cuenta con el mayor número de startups per cápita en el mundo y una industria de high tech que representa más del 50% de la exportaciones industriales y más del 15% de su PIB, ha sabido transitar desde una Startup Nation a un Impact Nation: 35% de las startups israelíes tienen por objeto resolver problemas sociales o ambientales; 513 abordan desafíos vinculados directamente a los ODS y 2.500 operan en sectores alineados con los ODS, logrando recaudar más de US$ 1.6 mil millones en los últimos años. Por su parte, la inversión de impacto se incrementó un 42% en apenas dos años, alcanzando un monto de US$ 712 mil millones el 2019.
Sin embargo, estas cifras y tendencias tienen un correlato directo con la calidad de vida de las personas. Así, por ejemplo, el startup israelí Vitalitix -plataforma de responsabilidad social basada en el concepto de “cuidado de la multitud (crowd-caring)”–, brinda a las personas mayores la posibilidad de comunicarse directamente, a través de una simple aplicación telefónica, con los cuidadores y voluntarios de la comunidad, atenuando así uno de los efectos adversos más complejos del distanciamiento social acelerado por la pandemia: la soledad.
En ese contexto, la experiencia israelí nos brinda al menos dos grandes lecciones: el entendimiento de que este mercado no es diferente de cualquier otro mercado de alta tecnología en términos de oportunidades, riesgos y fuerza disruptiva y, por otra parte, considerar los desafíos sociales y ambientales como oportunidades para crecer y hacer el bien.
En los últimos meses se ha abierto un canal de comunicación directo entre ambos ecosistemas, a través de entidades como el fondo de inversión Bridges Israel y la aceleradora de startups de impacto Tech for Good, cuyo arribo a Chile, por iniciativa del Chile-Israel Council, está previsto durante los próximos meses, generando una oportunidad para los innovadores locales en términos de estándares tecnológicos, medición de impacto y escalabilidad.
Como explica Sir Ronald Cohen, la inversión de impacto está generando una nueva normalidad en el mundo de las inversiones, un mundo que, sin duda, permitirá impulsar nuestras economías hacia mayores niveles de justicia social y desarrollo humano.