Innovación en la empresa, el primer paso para incrementar la productividad
Hermann González Economista Principal BBVA Research Chile
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Hermann González
Si se cumplen las proyecciones de consenso, Chile crecerá un magro 2,7% promedio anual en el cuatrienio 2014-2017 y se ve muy difícil, incluso en las proyecciones más optimistas, que la economía pueda volver a crecer a tasas de 4% o más en el futuro previsible. Factores internos y externos están afectando el crecimiento de corto plazo, pero no existe acuerdo sobre cuál de los dos es el predominante. En cambio, sí es una visión de consenso que la capacidad de crecimiento de la economía chilena, el llamado crecimiento potencial, se ha reducido. También es de consenso que una de las soluciones para subsanar este problema pasa por recuperar el crecimiento de la productividad.
Ante este diagnóstico compartido es que, siguiendo las experiencias de Australia y Nueva Zelanda, el gobierno acaba de crear una Comisión de Productividad. Una de las ventajas de implementar una idea surgida en países exportadores de materias primas y con un marco de políticas similar el chileno, es que no partimos de cero y podemos beneficiarnos de su experiencia en la promoción de iniciativas para incrementar la eficiencia en el uso de los factores. En Australia, la Comisión de Productividad existe como tal desde 1998, pero tiene sus orígenes en la década de 1970 y, por lo tanto, tiene una vasta experiencia que será de gran utilidad para el trabajo de la Comisión en Chile.
Las recomendaciones de la Comisión de Productividad de Australia ponen de manifiesto que las empresas pueden hacer un aporte clave para el crecimiento de la productividad agregada y que este aporte no solo es beneficioso para el país, sino también para los resultados corporativos. En una publicación de febrero de este año, el Organismo señala que la generación y aplicación de conocimiento tecnológico y organizacional, o innovación, es el principal driver del crecimiento de la productividad a nivel de las firmas. El aporte de las firmas puede tomar distintas formas, por ejemplo (i) haciendo uso más eficiente de las tecnologías existentes, (ii) implementando en sus procesos el progreso tecnológico y el cambio organizacional y (iii) incrementando la escala de producción: la mayor parte de la tecnología tiene una escala mínima eficiente, de manera que un mayor tamaño puede incrementar las tasas de utilización y permitir que una compañía se mueva hacia nuevas tecnologías u organizaciones que reduzcan los costos unitarios de producción.
En esta línea, el último ránking de innovación en la empresa del ESE Business School de la Universidad de los Andes reveló que: (i) los directorios de las empresas chilenas están cada vez más comprometidos con la innovación y están poniendo el foco en lograr que sus innovaciones sean una verdadera contribución al EBITDA; (ii) un número relevante de las compañías, como los bancos, están poniendo su foco en aplicaciones móviles y una buena parte de ellas, incorporando tecnologías de pagos sobre celulares y (iii) las empresas líderes en innovación tienen gerentes de innovación cada vez más cerca de su gerente general.
En síntesis, la evidencia muestra que las empresas tienen muy claro los beneficios de la innovación permanente y la incorporación de tecnologías, especialmente aquellas que se desenvuelven en entornos altamente competitivos. Pero esto parece no ser suficiente al mirar el pobre desempeño de la productividad agregada. En consecuencia, el Estado puede desempeñar un rol más activo, velando por la competencia en los mercados y generando los incentivos necesarios –tributarios por ejemplo- para promover la capacitación permanente de los trabajadores y la incorporación de nuevas tecnologías y formas de organización más eficientes y flexibles en las empresas.