¿FTX y JPMorgan en un mismo saco?
Herman Bennett C. Profesor de Fintech Universidad Mayor
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Herman Bennett C.
La reciente implosión del famoso exchange de criptoactivos FTX se perfila como uno de los mayores desfalcos de la historia. Se habla de pérdidas por US$ 10 mil millones o más, mientras que The Economist sentencia que “nunca antes las criptomonedas habían parecido tan criminales, derrochadoras e inútiles”.
Por esos mismos días, JPMorgan realizaba con el Banco Central de Singapur transacciones piloto de bonos y divisas en un blockchain ligado a Ethereum. ¿Estamos hablando del mismo mundo cripto? Sí y no.
FTX fue una empresa constituida como tantas otras, registrada en un país, con filiales extranjeras e ID para pagar impuestos. Defraudó a clientes e inversores con malas prácticas contables, de corretaje y custodia de activos, similares a las observadas en crisis financieras como la subprime en 2008, Wall Street en 1929 o las de los bancos americanos del siglo XIX.
Esta vez el fraude involucra criptoactivos, incluyendo criptomonedas, mientras que en 2008 se usaron activos securitizados y en 1929 acciones de empresas. La regulación, como suele suceder en estos casos, se ajustará para evitar que se repita.
“Tanto FTX como JPMorgan son parte del mundo cripto, pero desde esquinas muy distintas. La primera lo usó para hacer los fraudes financieros de siempre y la segunda lo está testeando para ver si la infraestructura cripto se convertirá en los rieles sobre los que corra el sistema financiero mundial de las próximas décadas”.
El caso de FTX ha robado portadas adicionales por involucrar criptoactivos, los cuales llevan años en la palestra por sus movedizos precios y porque no visualizábamos que pudieran existir tales activos. Como se ha dicho antes, la tecnología blockchain los ha hecho posibles gracias a la sorprendente capacidad que hasta ahora ha mostrado para llevar registros. Es una tecnología relativamente nueva y el mercado está testeando sus bordes.
JPMorgan y otros bancos tomaron nota de esta capacidad y del potencial de las apps financieras creadas dentro de blockchain, denominadas “protocolos DeFi” por Decentralized Finance. Estos protocolos pueden facilitar y transparentar el manejo de activos y la interoperabilidad entre empresas y servicios financieros, así como agilizar la compensación y traspasos (settlements) entre múltiples contrapartes.
De ahí el interés del Banco Central de Singapur. Si asimilamos la revolución de las finanzas abiertas que estamos viviendo hoy al 5G de telecomunicaciones, DeFi sería el 6G. Para llegar a eso, blockchain debe mantener su capacidad de llevar registros. Por cierto, FTX no era un protocolo DeFi, sino uno “CeFi”, por Centralized Finance.
JPMorgan tokenizó activos tradicionales en sus transacciones piloto, convirtiéndolos en criptoactivos, y usó protocolos DeFi para transarlos, cumpliendo con requerimientos regulatorios contra el lavado de dinero, como KYC (Know Your Client). Este desarrollo también permite dar servicio de transacción y custodia de otros criptoactivos, como las stablecoins, que a propósito, VISA y Mastercard están empezando a usar para procesar y liquidar pagos. Además, dicho KYC daría un sistema robusto de identidad de personas en blockchain, lo cual podría generar un mercado de crédito sin presidentes ni fronteras. Casualidad o no, JPMorgan trabajó el piloto apoyándose de un protocolo DeFi de créditos llamado Aave.
En suma, tanto FTX como JPMorgan son parte del mundo cripto, pero desde esquinas muy distintas. La primera lo usó para hacer los fraudes financieros de siempre y la segunda lo está testeando para ver si la infraestructura cripto se convertirá en los rieles sobre los que corra el sistema financiero mundial de las próximas décadas. Veremos…