Steve Jobs: un genio enfermo
Cargantes han sido las publicaciones de las últimas décadas...
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Francisco Armanet
Cargantes han sido las publicaciones de las últimas décadas respecto de la importancia de la inteligencia emocional en el liderazgo. Sin embargo, de la biografía de Walter Isaacson sobre Steve Jobs se desprende que el genio de la tecnología era un analfabeto emocional. Peor aún, Jobs era un tirano. Su editor lo describe como “llevado por demonios que producía la furia y desesperación de quienes lo rodeaban”.
Jobs era un ser intratable que menospreciaba, insultaba y humillaba regularmente a su gente. Era una persona desleal, mentirosa, avara y deshonesta. Engañó a su socio principal con un bono que les pagó Atari, firma que lo tuvo que mandar a trabajar solo y de noche porque nadie soportaba su mal trato. Ya rico, en el juicio de paternidad por abandonar a su hija en la miseria, mintió en la corte sosteniendo que era estéril y por tanto incapaz de engendrar un hijo. Los gritos a sus empleados y proveedores eran tan recurrentes como sus llantos. Jobs no toleraba la disidencia y todo quien pensara distinto a él era un “imbécil”. No tenía ninguna empatía, no escuchaba y no sabía trabajar en equipo. En Apple reinaba el terror de un jefe despótico y autoritario.
Después de décadas de investigaciones, Jim Collins concluye que los grandes líderes de negocios son personas que tienen una tremenda necesidad de hacer grandes cosas (característica que a Jobs le sobraba), pero que a la vez genuinamente humildes (condición que Jobs no conocía). Jobs se pone a la altura de Einstein y Franklin, al pedirle al biógrafo de estos últimos que escribiera su propia biografía. El psicólogo americano Relly Nadler publicó un artículo en la revista Psicology Today, sosteniendo que Jobs padecía del trastorno narcisista de la personalidad. El mismo diagnóstico da su ex novia y madre de su primera hija que dedicó su vida a trabajar en el campo de la salud mental.
La obsesividad de Jobs por la creación, el diseño y la perfección no tenían como propósito la construcción de un mundo mejor. Su obsesividad era sólo una forma de “tapar” su furia contra el mundo. Definitivamente, Steve Jobs cometió todos los errores que un ejecutivo puede incurrir liderando una compañía, salvo tres.
El éxito de Jobs en los negocios afectó positivamente la calidad de vida de millones de seres humanos creando de paso la mayor riqueza en la historia del mundo corporativo. ¿Cómo podemos compatibilizar esta extraordinaria creación de valor con su insensibilidad emocional y su narcisismo patológico? La creatividad genial de Jobs, su visión verdaderamente inspiradora y su gran capacidad de ejecución más que compensaron todas las brutalidades que cometió en los otros aspectos del liderazgo. Me asiste la convicción que si Jobs se hubiese tratado del stress post traumático que le generó el hecho de haber sido abandonado al nacer, éste habría sido un líder verdaderamente extraordinario, ejemplo para las generaciones venideras y su contribución a la sociedad hubiese sido significativamente mayor. De pronto, hubiese vivido una vida más larga en la armonía que tanto buscó pero que jamás encontró. De todas formas, muchas gracias Steve. Hiciste todo lo que estuvo a tu alcance. ¡Descansa en paz!