Neurociencia: la revolución del siglo XXI
Richard Branson en su columna del lunes describe con humildad...
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Francisco Armanet
Richard Branson en su columna del lunes describe con humildad que su problema de dislexia no le permitió terminar el colegio. Lo que no sabe el señor Branson es que según la neurociencia fue precisamente su déficit atencional lo que le ha permitido ejercer un liderazgo sobresaliente. Las personas con este “trastorno” atienden muchas cosas a la vez, por lo que éstas son capaces de percibir cosas que los demás no ven. El avance de la neurociencia nos permite hoy conocer con bastante precisión el grado de creatividad de una persona, su habilidad para razonar, su descontrol de impulsos, su obsesividad, atención, empatía, motivación, depresión, etc. En 2007, la revista Science publicó una investigación de la Universidad de Cambridge donde se concluyó que las personas con tendencias a la impulsividad y a la adicción, tienen una menor cantidad de un neurotransmisor denominado dopamina del subtipo D2 en el núcleo accumbens del cerebro. En 2010, Fredrik Ullén, investigador de la más prestigiosa escuela de medicina de Estocolmo, descubrió que una parte específica del cerebro de las personas sanas y altamente creativas se comporta de la misma manera que el de personas esquizofrénicas. Ambos grupos presentaron también una muy baja densidad del mismo subtipo de dopamina D2, pero esta vez en el tálamo. El tálamo es una parte del cerebro que permite “filtrar” las emociones y pensamientos que se dirigen hacia la corteza, por lo que las ideas y conductas llegarían al “exterior” sin filtro. Adicionalmente, desde los años 90 que el déficit atencional se trata con metilfenidato que agrega dopamina D2 al cerebro.
Por cierto que los avances de la neurociencia tendrán gran impacto en la salud mental de la humanidad con todas sus consecuencias pero estos progresos nos permiten también comprender de mejor forma la disciplina del liderazgo. Los dos estudios anteriores, explicarían el por qué una mente tan creativa como la de Steve Jobs haya tenido tan severo problema para controlar sus impulsos y manifestara una tan fuerte tendencia al consumo de LSD.
Es sabido que muchos líderes ordinarios tienen conductas narcisistas, paranoides y obsesivas. Hace varias décadas que tenemos conocimiento de que los rasgos paranoides están asociados a varios otros subtipos de dopamina. A su vez, los trastornos obsesivos estarían explicados a bajos niveles de otro neurotransmisor denominado serotonina.
Sin embargo, no todos los líderes evidencian conductas bizarras. Jim Collins (Stanford) concluyó que los líderes extraordinarios son muy humildes. Utilizando técnicas de neuroimagen, es posible determinar si los líderes presentan o no determinadas características, pero su costo es hoy relativamente alto. En menos de diez años, las investigaciones neurocientificas serán muy robustas, abarcarán muchas disciplinas y la tecnología estará al alcance de gran parte de la población.
Si el lector ejerce una posición de liderazgo o desea ejercerla en el futuro, acérquese al mundo de la neurociencia y sea parte de la fascinante próxima revolución que experimentará la humanidad.