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Firma electrónica: la burocracia de la antiburocracia

Ángel Sierra Director Ejecutivo de FinteChile

Por: Ángel Sierra | Publicado: Jueves 7 de mayo de 2020 a las 04:00 hrs.
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Ángel Sierra

Suscripción de contratos de trabajo, solicitudes de créditos, constitución de empresas, modificación de estatutos societarios e incluso la aprobación de las actas de directorio de sociedades anónimas fiscalizadas por la CMF, son algunos de los trámites que hoy se pueden realizar a través de una firma electrónica.

Sin embargo, hoy vemos cómo son miles los chilenos que han enfrentado un sinnúmero de problemas para acceder a este instrumento habilitador. Basta pensar en las largas filas de personas intentando cobrar sus seguros de cesantía en las sucursales de la AFC para entender la diferencia que puede marcar en la vida de los ciudadanos una firma verdaderamente electrónica.

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En primer lugar, es irónico que la Firma Electrónica Avanzada (FEA) requiera de un acto presencial para obtenerla. Ello, porque las opciones de validación requieren que se verifique la identidad de manera física, ya sea firmando ante notario o asistiendo a la empresa certificadora. Segundo, es el uso de un “token” físico para poder firmar, haciéndola poco práctica e incompatible con la tecnología móvil existente.

Ante a esto, la firma electrónica sigue anclada a papeleos que atentan contra su masificación y a dispositivos físicos que desincentivan su uso. Entonces, la pregunta es, ¿qué se necesita para destrabar esta herramienta, cuya utilización en la práctica parece haber nacido muerta?

La respuesta es simple: más tecnología y la voluntad de avanzar hacia una sociedad realmente digitalizada. Se debe simplificar la obtención y certificación de la firma electrónica y la posibilidad de acceso de manera remota. Además, es necesario aumentar la competencia de las certificadoras, para obtener menores precios. Esto es posible dado el desarrollo de numerosas empresas tecnológicas que tienen el conocimiento y los sistemas necesarios para ser certificadoras y emisoras de FEA.

Respecto al uso, la tecnología permite aplicaciones con sistemas de verificación mixto y mezclar soluciones biométricas con la clave única -o clave de Servicio de Impuestos Internos para personas jurídicas-, eliminando así el “token” e incluso, permitiendo la compatibilidad con diferentes apps.

Si se masifica y simplifica su uso, puede ser un instrumento de gran utilidad para emprendedores y empresas. Esto, porque sus principales beneficios tienen que ver con ser una herramienta rápida y segura, que elimina los procesos anticuados, permite la recepción de documentos electrónicos certificados, facilitando una comunicación más veloz entre las compañías, sus clientes y proveedores. El desafío es construir un marco regulatorio que amplíe el uso de la firma electrónica, otorgándole el mismo valor que aquellos documentos suscritos ante notario y que elimine los problemas de acceso, sin los procesos burocráticos que justamente pretendía eliminar cuando nació.

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