Tolerancia de algodón
Fernando Barros T. Abogado, Consejero de SOFOFA
- T+
- T-
Fernando Barros
En pocos días hemos vivido la falta de tolerancia, respeto por las ideas y el derecho a expresarlas, en sendos incidentes que involucran a medios de comunicación y personajes que presumen pertenecer al mundo de la cultura y que se precian de su progresismo y recientes valores democráticos.
El centro de encuentro más prestigiado, como lo es ICARE, organizó un ciclo de espacios de conversación que permitiera mostrar el pensamiento del invitado. Se trata de recorrer con el personaje su visión y experiencias profundas, sin dar pie al afán de periodistas ansiosos de notoriedad por terminar con un entrevistado despedazado como trofeo de su potencia inquisidora. Y para ello se escogió a una persona culta, del mundo de la poesía y la literatura, abierto a visiones más allá de su declarado izquierdismo, que permitiera una conversación enriquecedora.
Como reacción ante lo que será recordado como un nuevo estilo de diálogo y comunicación, que permitió conocer al valioso ser humano detrás del parco ministro de Salud, surgió una verdadera campaña de destrucción del conductor por mentes alienadas, escondidas detrás de redes y medios electrónicos. Llamó la atención, y mereció un amplio repudio, el que encabezara la sesgada e infundada “degradación” el profesor universitario designado por el Congreso para representarnos en el SERVEL, órgano clave en la transparencia electoral del régimen democrático.
Por su parte, el otrora prestigiado New York Times violentó la esencia del espíritu democrático que ha caracterizado la política americana, y ante la violencia de protestas por la muerte de un ciudadano por el trato cruel y desproporcionado por parte de un policía, ha sucumbido a la turba de la intolerancia progresista generando una vergonzosa afrenta a los principios de libertad de pensamiento y expresión.
El senador republicano por Arkansas, Tom Cotton, escribió un análisis de la gravedad de la anarquía reinante en varias ciudades de EEUU, de la destrucción causada, la vulneración del Estado de derecho y la superación de la capacidad policial para mantener el orden, llamando a no confundir a la mayoría que se manifestaba pacíficamente con bandas de malhechores. Cotton consideró la posibilidad de invocar la ley contra la insurrección que habilita a la autoridad federal para desplegar a los militares, como ha ocurrido en varias ocasiones en distintos gobiernos, para proteger a los ciudadanos respetuosos de la ley ante la violencia doméstica.
Como ocurrió en Chile, ante una inserción de prensa, reporteros y personal directivo del diario explotaron en una reacción violenta que terminó desvinculando a los dos jefes de la sección, y el periódico se excusó de la publicación, con absurdos como que la aseveración de Cotton, que vinculaba la violencia a grupos radicales de izquierda o el aserto que la policía llevó la peor parte en los disturbios, no estaban comprobadas. En su soberbia, el editor sentencia que el artículo es innecesariamente duro y no sería un aporte a un debate útil, por lo que no ha debido publicarse y justifica con ello la salida de dos prestigiosos periodistas como medida para calmar a la jauría que dominaba las redes y la redacción del periódico.
En un mundo convulsionado por la crisis, los medios y líderes tienen el deber de velar por un diálogo tolerante y respetuoso, ya que sólo trabajando unidos y basados en los valores democráticos, podremos consensuar el camino para superar los estragos causados por la pandemia del coronavirus.