El triunfo de Chile
Fernando Barros Abogado, Consejero de SOFOFA
- T+
- T-
Fernando Barros
Al cumplirse hoy 30 años del plebiscito de 1988, resulta importante que las generaciones que no participaron de ese proceso puedan conocer lo que llevó a ese pronunciamiento ciudadano y lo que se resolvía, especialmente en tiempos como éstos, en que la posverdad se adueñó de la revi-sión de nuestra historia reciente.
En un ambiente de creciente generalización de la violencia impulsada por la guerrilla izquierdista promovida por Cuba y la URSS —y movimientos terroristas en Latinoamérica, que azotaron indistintamente países democráticos y no democráticos—, la región tuvo miles de víctimas (en Colombia fueron más de 250.000 muertos). Esta situación se extendió a Chile con el MIR, VOP y otros movimientos amparados por el comunismo y socialismo locales.
En ese entorno se produce el pronunciamiento militar de 1973 y de inmediato se comenzó a tra-bajar en la creación de una nueva institucionalidad económica, social y jurídica, dando lugar a la Constitución Política de 1980, que consagró el carácter temporal del gobierno militar y el retorno paulatino a la democracia plena. Ello contemplaba un plebiscito sobre la opción de la continuidad del régimen bajo la Presidencia del candidato propuesto; si ese candidato no obtenía el sí mayoritario, se iría a elección presidencial al año siguiente y, cualquiera fuera el resultado, se procedería a la elección del Congreso.
A pesar de tener el control total del poder y del resurgimiento de la violencia extremista —con internación de un enorme arsenal de guerra enviado por Cuba al terrorismo local, la aparición de violentismo extremo y el asesinato de civiles, carabineros y militares, incluyendo el atentado contra el primer mandatario en el que acribillaron a cinco jóvenes soldados—, las Fuerzas Ar-madas no se desviaron de su compromiso y dieron todos los pasos comprometidos para que fuera el pueblo de Chile el que decidiera quién debía dirigir su destino.
La celebración del plebiscito y su resultado son motivos de orgullo para todo el país. Las FFAA dieron un ejemplo único, y cumplieron, sin alterar una coma ni hora, el itinerario comprometido: crearon registros electorales y un servicio y proceso electoral ejemplares; dieron acceso amplio y equitativo a partidarios y opositores de la propuesta presidencial; y, a pesar de alcanzar un 44% de los votos, procedieron a hacer entrega del mando, en cumplimiento de lo dispuesto en la Constitución que juraron respetar.
No existe precedente de un proceso tan ejemplar en la entrega del poder por un gobierno militar. Las autoridades lograron superar la incitación a la violencia y las provocaciones de los sectores extremos, además de mantenerse fieles al compromiso asumido años antes de retornar a la de-mocracia plena.
El triunfador del 5/10 no fue sólo la opción No, sino que todos quienes confiamos en la solución democrática del futuro de Chile y el país entero, sus FFAA y de Orden, el gobierno militar y la institucionalidad creada en los 17 años, de la cual surgió un nuevo país y un orden institucional que ha permitido que estemos muy lejos del caos de Venezuela, de la dictadura marxista cubana y de la mediocridad de gobiernos populistas.
Ese Chile ejemplar es obra de todos, se funda en la institucionalidad constitucional de 1980 y el respeto a su itinerario democrático. Reconocer la contribución de civiles y militares, así como el éxito del proceso, es fundamental para el postergado reencuentro de todos los chilenos.