Es la empatía, ¡estúpido!
La original y disruptiva frase de James Carville (“the economy, stupid”, acuñada para la campaña de Bill Clinton en las elecciones de 1992), viene bien...
La original y disruptiva frase de James Carville (“the economy, stupid”, acuñada para la campaña de Bill Clinton en las elecciones de 1992), viene bien para el estado actual del país: no es la economía el problema esencial.
Parafraseamos la forma, para llamar la atención sobre algo que por evidente y sencillo puede resultar borroso ante la vista: el enfoque en la cotidianeidad de los ciudadanos y la lectura de sus necesidades íntimas e inmediatas, puede parecer en parte arte y en parte ciencia; no obstante, resulta mucho más elemental: el flujo de planos de experiencias compartidas y cotidianas, o empatía, resulta fundamental como punto de partida para el diseño estratégico de una organización, empresa, gobierno o un país…
Entonces, “puede ser” que la pérdida de reflexión desde la identidad o “realidad local”, empujada por el empalagoso limbo global sin puntos de referencia al que nos condujo la ochentera idea de “aldea global” explique los dogmatismos intolerantes, violencia e “indignaciones” varias, a las que asistimos en diversos puntos del globo por estos días, Chile incluido.
Es en este contexto de pérdida del sentido de orientación de las comunidades, donde la capacidad de los estrategas de turno en los segundos, terceros y cuartos pisos, resulta fundamental para no perder de vista las claves de conección afectivas en las relaciones con los grupos de consumo-electoral (el poder es un bien transable) y las comunidades organizadas.
Hay quienes conviven con las notables cegueras técnicas que les hacen suponer que la experiencia es una especie de fenómeno privado. Bien les convendría comprender que así como la energía transforma la materia, así mismo las ideas y sentimientos colectivos transforman a los países.
Si bien es cierto que los adecuados diseños estratégicos deben ser adecuadamente comunicados, no es menos cierto que el poder constitutivo de la empatía es fundamental y responde al ser consciente de los deseos de las personas, agrupaciones y países. Es lo que le faltó a los diseños estratégicos del Transantiago (que sus estrategas viajaran en micro) o a los diseñadores del sistema de educación pública (que sus hijos estudiaran en liceos y colegios públicos)… es la empatía, estúpido!