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En ruta a la descarbonización: sin prisa, pero sin pausa

Susana Jiménez S. Economista

Por: Susana Jiménez S. | Publicado: Martes 8 de noviembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Susana Jiménez S.

Una positiva noticia se conoció hace un par de semanas, ad portas de la COP 27 que hoy se lleva a cabo en Egipto: por primera vez la generación eléctrica en base a fuentes solares y eólicas superó a la generación con carbón, en un período de 12 meses. Los pasos hacia la anhelada descarbonización han sido acelerados, pese a las dificultades que surgen en el camino, sobre todo en materia de congestión de las líneas de transmisión en algunos tramos.

La carbono neutralidad al 2050 que Chile comprometió bajo la administración del Presidente Piñera descansa en buena medida en la trasformación hacia una matriz de generación más limpia y la electrificación del transporte y la actividad productiva. Esta noticia, sin duda, es alentadora para lograr el objetivo.

“Hoy las condiciones están dadas para que se logre la meta de retiro de centrales a carbón una década antes de lo originalmente planteado. Pero no en 2025. Esto no es realista ni responsable”.

El puntapié inicial, un cronograma de retiro de centrales a carbón al 2040, fue analizado y acordado con suma responsabilidad para garantizar que el suministro eléctrico no solo fuera más limpio, sino también seguro y económico. Hoy las condiciones están dadas para que incluso se logre esta meta una década antes de la fecha originalmente anunciada. Esto significa, sin embargo, grandes inversiones para reemplazar la generación a ser retirada y la construcción de las líneas de trasmisión faltantes.

Todo lo anterior ha generado un comprensible entusiasmo respecto de los plazos en que se aspira a lograr los cambios, con metas cada vez más ambiciosas. Ha habido promesas que pretenden adelantar incluso más la descarbonización, y los más temerarios han impulsado la eliminación de toda la termoelectricidad (incluido el gas) al 2025. Esto no es realista ni responsable. La idea de retirar las centrales a carbón es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero en tan breve plazo no hay tiempo para que sean reemplazadas por energía renovable ni para construir la infraestructura de transmisión necesaria, con lo cual se termina sustituyendo por petróleo. Eso ya lo hemos visto en tiempo reciente, lo que significa más emisiones y una generación más cara, algo completamente contradictorio e indeseable.

El gran riesgo es entusiasmarse demasiado. Ha habido una tentación, incluso de las propias empresas, de retirar anticipadamente las centrales en forma más acelerada, y eso puede ser costoso del punto de vista social, ambiental y económico. Algo parecido hemos podido constatar con la experiencia de países como Alemania, cuyos residentes están pagando caro decisiones apresuradas.

Si queremos acelerar la presencia de energías renovables de manera económica y segura hay importantes desafíos pendientes. La recientemente aprobada ley de almacenamiento es un paso en esa dirección. Otros cambios, realizados con la ley de transmisión de 2016, han probado ser ineficientes. Por ejemplo, asignar al CEN la obligación de licitar contratos de ingeniería y construcción para obras de ampliación ha implicado costos y plazos mayores, lo que lo ha convertido en una traba que ahora se busca revertir. La pérdida de señales de localización también tuvo consecuencias, al no internalizar los desarrolladores de proyectos los verdaderos costos de ubicarse en lugares alejados de los centros de consumo y ya congestionados.

Avanzar más rápido en el desarrollo de la infraestructura de transmisión será un gran desafío, al igual que evitar cambios regulatorios que terminen degradando la calidad de servicios y agravando los problemas. Sin pausa, pero sin prisa, si se hacen las cosas bien, seremos un país ejemplar en materia de energía limpia.

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