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Columnistas

El otro México

Para variar, México aparece en las noticias por algo bueno: elecciones democráticas...

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 5 de julio de 2012 a las 05:00 hrs.

Para variar, México aparece en las noticias por algo bueno: elecciones democráticas. Qué contraste con lo que las agencias noticiosas suelen dar a conocer: narcotraficantes sádicos, tiroteos aterradores e imágenes macabras de cuerpos decapitados.



Ahora que el omnipresente Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante siete décadas, se prepara para regresar al poder, más de alguien podría sentirse tentado a concluir que poco ha cambiado en México. Sería una conclusión equivocada.

El México actual es un país muy diferente del que gobernó la vieja guardia del PRI. El cambio comenzó a acelerarse en el sexenio de Ernesto Zedillo, que comenzó en 1994, y ha continuado desde 2000 bajo los gobiernos no priístas.

Por una parte, la violencia relacionada con las drogas no está tan generalizada como podrían llevarnos a creer los programas noticiosos. Es cierto que 50.000 personas han muerto en la guerra de seis años de Felipe Calderón contra los narcotraficantes. Y es verdad que la tasa de homicidios de México, 18 por cada 100.000 habitantes, es horrorosamente alta. Pero la de Brasil es de 26 por 100.000, la de Sudáfrica, 32 y la de Venezuela, un enorme 67. Y la mayoría de los asesinatos en México ocurre en cuatro estados fronterizos con EEUU. En el sur del país las tasas de homicidios son inferiores a las estadounidenses y no muy distintas a las de Canadá o Chile.

En el México de antes todas las instituciones estaban controladas o cooptadas por el PRI. Esto también ha cambiado. Hoy el país cuenta con una Corte Suprema, un instituto electoral y un Banco Central independientes. Los organismos regulatorios, las autoridades antimonopolio y las oficinas de estadísticas también disfrutan de bastante autonomía. Los medios de comunicación tienen más libertad que nunca, a pesar de que el gigante televisivo Televisa siga dando trato preferente a los candidatos del PRI. Y la sociedad civil está en plena forma: el movimiento estudiantil #YoSoy132, organizado a través de las redes sociales, acabó por ser la mayor y más influyente sorpresa de esta campaña electoral.

La economía también ha cambiado, en general para mejor. La crisis financiera global de 2008-2009 golpeó fuerte a México, pero la economía ha podido crecer a buen ritmo desde entonces. Ya no carga con el eterno sobreendeudamiento fiscal de los viejos gobiernos priístas, y las finanzas públicas se encuentran en un razonable buen pie, lo que ha permitido al Banco de México seguir una política de bajas tasas de interés que ha protegido al peso de la aguda sobrevaluación experimentada por el real brasileño y otras monedas latinoamericanas.

Las exportaciones han aumentado notablemente y por fin se está haciendo realidad la cadena de valor regional que, se suponía, iba a nacer con el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio. Las exportaciones mexicanas han llegado a US$ 1.000 millones diarios, y los bienes manufacturados representan más de un 80% del total.

Aún es muy pronto para decir si el gobierno de Enrique Peña Nieto retomará algunos de los malos hábitos del pasado, pero está claro que gobernará un país que ha cambiado enormemente. Ahora que algunos de los viejos problemas retroceden con rapidez, otras insuficiencias nacionales quedan más de relieve que nunca. Si Peña Nieto opta por enfrentarlas, las tendrá servidas en bandeja.

Para comenzar, México sigue siendo un país de monopolios. En los medios de comunicación, las telecomunicaciones y la energía, por mencionar unos cuantos sectores, las actuales empresas siguen detentando demasiado poder, cobrando precios excesivos y proporcionando servicios mediocres. Las empresas privadas han presentado demanda tras demanda ante la justicia, en un flujo incesante que busca entorpecer las iniciativas de los organismos anti-monopolios. Eso se tiene que acabar.

Los monopolios son también políticos. Distintos grupos de presión de los sectores privado y público se han opuesto a intentos de reforma en los sectores monopolizados y también en otros como la educación. Se necesitará un líder con agallas para hacer frente a los dinosaurios políticos, pero es una tarea que hay que emprender.

Y, por supuesto, Peña Nieto tendrá que diseñar y aplicar una estrategia para reducir la violencia vinculada a las drogas en el norte de México. El problema estuvo extrañamente ausente de la campaña electoral, pero no lo estará a la hora de gobernar.

Un México más democrático, más próspero, más igualitario y menos violento sería una gran noticia. Ojalá que los medios noticiosos del resto del mundo la lleguen a informar.



Copyright: Project Syndicate, 2012.

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