El mercado olvidado
Tomás Sánchez V. Autor de Public Inc., investigador asociado Horizontal
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Tomás Sánchez V.
“No hay mejor programa social que un trabajo”, la famosa frase Ronald Reagan suele levantar cejas en la derecha y fruncir ceños a la izquierda, y por lo mismo, Bill Clinton la refinó “El mejor programa social es un buen trabajo”. Pero aunque todos comprenden lo estructuralmente necesario de un mercado laboral saludable, es un tema descuidado. Y es que es uno donde no se hacen grandes anuncios, ni se inauguran obras. Un mercado laboral equilibrado es una pega silenciosamente trascendental, y se está complejizando.
Las revoluciones industriales anteriores causaron revuelo, pero en ese entonces la adopción tecnológica era lenta. Hoy, en un par de meses Chat GPT logró tener 100 millones de usuarios, y el avance de la inteligencia artificial ha sido tal, que su uso en películas estuvo sobre la mesa durante la negociación en la huelga de actores en Hollywood. Con razón, más de uno siente su trabajo amenazado, y nada garantiza que en el corto plazo el mercado de adaptará virtuosamente. Sin duda, existirán ganancias en productividad en las empresas, pero los costos de corto plazo serán políticamente insalvables.
“Aunque todos comprenden lo estructuralmente necesario de un mercado del trabajo saludable, es un tema descuidado. Lograr un mercado laboral equilibrado es una pega silenciosamente trascendental, y se está complejizando”.
Cuando vemos el mercado laboral, vemos uno que no se ajusta fácilmente, revelando fallos importantes. En Chile, un recién egresado de licenciatura en Letras gana 740 mil pesos, llegando 1.1 millón después de cinco años de experiencia, lo que contrasta con los 1.9 millones que recibirá un recién egresado en ingeniería en minas, quien a su vez llegará a los 3.6 millones después cinco años. Ambas profesiones son fundamentales para nuestra sociedad, pero el sistema de información de precios nos habla claramente: del sistema educacional están egresando más literatos de los que necesita el mercado, y a su vez, a la industria minera le cuesta encontrar los ingenieros que necesita.
Lo anterior es el síntoma de un problema estructural que, en este contexto tecnológico, puede empeorar. Así, nos damos cuenta de que podría ser un obstáculo relevante para nuestro desarrollo, cuando además recordamos que los 100 mil empleos calificados que podrían generar las industrias del litio e hidrógeno contrastan con los 2.5 millones de trabajadores informales.
Para enfrentar esta situación necesitamos aceitar el mercado laboral con acciones de coordinación que reduzcan las asimetrías de información y rigideces, permitiendo a sus actores tomar mejores decisiones, para cerrar las brechas entre la oferta y demanda.
Primero, necesitamos mejorar la gestión y uso de datos públicos. Esto se traduce en aprovechar mejor la data que ya existe, en manos del INE, SII, CNE, y otros, tanto como enriquecerla, levantando información complementaria. A modo de ejemplo: necesitamos tener una visión granular de vacantes, desempleo y nivel de salarios por subsectores.
Segundo, crear instancias permanentes de colaboración con agentes del sector privado, teniendo como objetivo cerrar las brechas del mercado, y potenciar la productividad. Una proyección conjunta y coordinación efectiva entre gremios empresariales, academia y sector público.
Por último, en base al conocimiento derivado de los puntos anteriores, evaluar cómo invertir mejor los 230 millones de dólares que destina anualmente el SENCE, ajustar la regulación laboral continuamente y establecer un mecanismo de evaluación de impacto de las políticas implementadas.
Ser un país próspero pasa por tener un mercado laboral eficiente que saque lo mejor de cada uno y potencie la productividad del país.