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Columnistas

El dilema que plantea el caso LAN-TAM

Bajo cualquier parámetro que se mida, Chile es una economía muy abierta. El volumen total del comercio de bienes y servicios casi llega al 70% del PIB...

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 1 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.

Bajo cualquier parámetro que se mida, Chile es una economía muy abierta. El volumen total del comercio de bienes y servicios casi llega al 70% del PIB y prácticamente no existe ningún sector de la economía donde no haya una empresa extranjera que no tenga una participación de mercado relevante (el transporte aéreo es uno). Las empresas chilenas que sobreviven son empresas competitivas.

Una fuente importante de competitividad tiene que ver con el tamaño. Este hace que, pese a estar en un país chico sólo protegido por la distancia, esas empresas puedan aprovechar significativas economías de escala. Si se mide la capitalización bursátil de las empresas listadas en bolsa como porcentaje del PIB de cada país, la empresa chilena media es 27 veces más grande que una empresa norteamericana listada.

Este tamaño de las empresas operando en Chile es consecuencia de los incentivos que genera la apertura comercial. Como la vocación de economía abierta ha sido ratificada por todos los gobiernos, el país debe hacerse cargo de dichas consecuencias. Por país no hablo sólo del gobierno, digo todo el sector público y también el sector privado, en particular las partes interesadas.

La solución al dilema que presenta el caso LAN no se supera sino con un esfuerzo mancomunado e inteligente. La solución que se aplique en este caso marcará la suerte de las siguientes etapas en el proceso de apertura de la economía, de crecimiento de las empresas, sus competidores y del bienestar de los consumidores.

La fusión LAN-TAM plantea para consumidores y para la competencia riesgos de uso abusivo de una posición de fortaleza producto del tamaño. Una empresa como Latam, la fusión de LAN y TAM, tendría un tamaño tal que podría primero destruir la competencia y luego usar su poder monopólico para extraer rentas de los consumidores. Esa es una visión poco realista.

Como decía hace poco a propósito de HydroAysén Rafael Guilisasti, ex presidente de la CPC, las empresas hoy deben tomar en cuenta tanto a sus accionistas como otros interesados. Un escenario como el descrito es burdo y no tendrá lugar. Los riesgos que presenta Latam para las otras aerolíneas domésticas y eventualmente para los consumidores son más sutiles y requieren un alto grado de supervisión por la FNE.

La fiscalía ha señalado que es necesario que LAN tome medidas mitigadoras y tiene razón. El problema es que la capacidad de supervisión de la FNE sobre las muchas y complejas medidas de mitigación que tendría que implementar Latam, es baja.

Es necesario enfrentar esto de dos maneras. Por uno, la política de Estado que corresponde es fortalecer significativamente la FNE. La razón no es el caso LAN, sino la consecuencia de la apertura comercial que es política de Estado. A diferencia de las superintendencias financieras que tienen mercados objetivos definidos y con 7% del número de funcionarios que tienen esas instituciones, la FNE debe vigilar la libre competencia en toda la economía.

La segunda manera corresponde a LAN mismo. Los accionistas de LAN debieran acceder a las medidas de mitigación requeridas y, como lo señaló su presidente, le corresponde a LAN dar una muestra de buena fe y garantizar que éstas se cumplan.

Una forma, que se ha insinuado, es que un tercero imparcial tenga la misión de supervisar el cumplimiento. La única forma de que esto sea creíble es que LAN (a) financie el reporte anual del experto, (b) que dicho experto sea elegido por la FNE y (c) que el informe anual sea entregado directo a la FNE.

Lo que está en juego es demasiado importante. LAN es de las pocas empresas chilenas que tiene efectiva capacidad de transformarse en un actor global de un mercado importante. LAN proyecta la imagen de Chile al mundo de una manera que, es posible, es más eficaz que la que proyecta campañas como Imagen País. La única otra marca que hoy tiene esa capacidad es Concha y Toro.

Permitir que ello ocurra es responsabilidad de LAN y de las autoridades. Las primeras deben dar muestras de buena fe como lo propongo. Las segundas entender que lo que pasa con LAN es producto de nuestras propias opciones estratégicas.

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