DF Conexión a China | Hong Kong: un aviso para navegantes
Juan Enrique Serrano Moreno Doctor en Ciencia Política y Abogado por Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne. Académico u. de la Frontera
- T+
- T-
Juan Enrique Serrano Moreno
Después de un mes de espera e incertidumbre, la publicación y entrada vigor de la ley de seguridad nacional de Hong Kong ha sorprendido por la dureza de las penas para los nuevos delitos y por la ambigüedad calculada de ciertos artículos. A primera vista, la ley representa una reforma de la Ley Básica de Hong Kong que termina con un histórico vacío legal, centralizando competencias en materia de orden público e inteligencia. El gobierno chino ha respondido así a la reciente radicalización de la sociedad civil hongkonesa y al actual bloqueo de sus instituciones.
Pero el texto va más allá. Además de crear una nueva agencia de seguridad, criminaliza actos que hasta ahora entraban dentro de la libertad de expresión. Todo un aviso para navegantes dirigido tanto a los hongkoneses como a las élites cosmopolitas y a los gobiernos extranjeros.
El campo de aplicación de la ley es sin duda su aspecto más complejo, pues contempla expresamente como constitutivos de delito actos realizados fuera del territorio chino por personas naturales y jurídicas hongkonesas o extranjeras (arts. 37 y 38). Esto contradice aparentemente las leyes de China continental y la postura de su gobierno, contrario a la doctrina de la competencia universal, y es de esperar que se multipliquen los conflictos diplomáticos. Se pone así un enorme peso en los hombros de los jueces hongkoneses, que además quedarán significados políticamente ante la opinión pública, pues serán solamente aquellos seleccionados por el gobierno regional los que aplicarán la nueva ley.
El texto contempla también aspectos programáticos que orientarán la agenda legislativa y política de la región, tales como la regulación y supervisión de “colegios, universidades, organizaciones sociales, medios de comunicación e internet” (art. 9). Por ello, en teoría se podría incluir algún día a Hong Kong dentro del “Great Firewall” (la red de internet semi-cerrada al resto del mundo presente en China), lo que privaría a los activistas de su principal recurso de movilización.
No sorprende, entonces, que veamos un auge de la emigración, ya sea por parte de ciudadanos temerosos de ser algún día juzgados en China continental, de activistas conocidos o de jóvenes con antecedentes penales por participar en las protestas de 2019. Pero también por parte de la comunidad expat, cuyos miembros se plantean partir con sus familias a alguna capital internacional que les garantice mantener su estilo de vida.
Todo parece indicar que el gobierno central está dispuesto a asumir este coste. En 1997, Hong Kong representaba el 12% del PIB chino, hoy día representa apenas un 2%, y su papel clave para la apertura de la economía china ha ido perdiendo protagonismo. Esto, sumado al aumento del independentismo, explica a fin de cuentas esta reforma constitucional unilateral y asertiva adoptada por un gobierno que ya actúa como la próxima primera potencia global.