Demanda por chips y globalización en jaque
SASCHA HANNIG Analista FPP Chile
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SASCHA HANNIG
La pandemia de Covid-19 ha catalizado cuestionamientos a una economía globalizada. La razón es que el corte en cadenas de suministros alertó a las sociedades sobre la necesidad de entender los contextos internacionales, geopolíticos e incluso sanitarios. En ese sentido, es probable que enfrentemos un cambio en las lógicas de la globalización, y un vuelco hacia la automatización en reemplazo de "mano de obra barata".
A más de un año del inicio de las cuarentenas, cierres de fronteras y medidas económicas para enfrentar la pandemia, ya se pueden sacar conclusiones y ver consecuencias de esta crisis. Así también, de las falencias de los sistemas con los que los gobiernos tomaron decisiones, una de las cuales ha sido la vulnerabilidad de la cadena de producción y distribución global. Es decir, la capacidad de suplir demanda por medio del proceso de producción coordinada internacionalmente, o simplemente la importación de partes o componentes para la manufactura de otros productos.
Y es que las pausas en la manufactura o la dificultad de transporte han causado escasez en elementos críticos. Uno de ellos son los chips y componentes electrónicos. En un mercado mundial que aumentó su demanda debido a la migración a la modalidad de trabajo o estudios en casa, hay poca capacidad de suplir, por ejemplo, computadoras. En Chile, esto sigue siendo un tema, con un mercado computacional creciendo a ritmos de 178% trimestral interanual en abril de 2021, según Gfk. Es posible ver, en cualquier sitio online, la cantidad de modelos que están agotados.
El sector automovilístico también sufre las consecuencias. En Europa, la falta de chips obligó a parar fábricas completas, como la Seat o Renault, y en Chile los autos usados se han vuelto la única alternativa para muchos compradores. Finalmente, la falta de insumos médicos fue más delicada, pues mostró cómo en tiempos de crisis algunos países dan la espalda a la colaboración, incluso incautando cargamentos médicos en sus puertos.
Con una recuperación en el horizonte, este elemento de globalización económica podría estar en jaque. Hace un par de días se publicó que la Comisión Europea quiere poner freno a la dependencia de Asia, de donde importa alrededor de 75% de 137 productos "sensibles", como materias primas, componentes o elementos farmacéuticos. Otros países, como Japón y EEUU, han seguido una tendencia similar, por las tensiones con China.
Este problema ha llevado a organizaciones, gobiernos y expertos a sugerir que el mundo después de la pandemia exigirá a los países tener producciones locales estratégicas, asumiendo los costos que esto significará para el mundo globalizado. Lo anterior presenta dos incógnitas. Una es el futuro de una producción integrada, y la segunda es qué figuras o herramientas se tomarán para desacoplar las economías en este contexto.
Finalmente, las economías de los países manufactureros, y especialmente sus trabajadores, serán los primeros afectados por la sustitución. Luego, esto obligará a los países a adaptarse más rápido a tecnologías como la automatización, para poder mantener precios accesibles al público, al no acceder a la llamada mano de obra barata. ¿Habrá oportunidades? Para los proveedores de commodities, como Chile, esto puede significar la diversificación de los países en exportación. Por eso, es importante entender y adelantarse a esta tendencia, para poder encontrar las oportunidades estratégicas que encierra.