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Alto contrasteNo siempre pasa, pero en estos días hemos podido escuchar en Santiago a académicos y expertos de Corea del Sur, China y Japón trayendo noticias frescas de los procesos que están viviendo sus países. En ese marco, una pregunta clave surgió hace un par de días en un excelente seminario en la Cepal: ¿sabemos realmente el impacto que los futuros desarrollos asiáticos tendrán en nuestros países y cómo nos estamos preparando para eso?
Según el profesor Shujiro Urata, de Japón, invitado por la Fundación Chilena del Pacífico y la Facultad de Economía, la llamada “Abeconomía” (nombre dado al audaz programa impulsado por el primer ministro Shinzo Abe) está remeciendo a ese país. Las políticas de estímulo fiscal y monetario se han alejado de las recomendaciones de austeridad promovidas por los organismos internacionales, especialmente en Europa. El primer ministro nipón ordenó al Banco Central emitir dinero, fijando una meta de inflación del 2% para fin de año, abatiendo la deflación de dos décadas. Y piensa que la deuda es manejable aunque alcanzó a 238 % del PIB en 2012. Ha vuelto el entusiasmo, hay más consumo, aunque en algunos persiste la inquietud por los desequilibrios y el temor a una hiperinflación. Abe tendrá que ser un malabarista político de lujo.
Desde Corea, Won-Ho Kim, de la Hankuk University, subraya los planes de expansión de las grandes compañías de su país por América Latina, a la vez que ilustra como las grandes transnacionales coreanas están disputando espacio a nivel global. Corea no era nada, dice, al terminar la guerra y por eso tuvimos que crear una gran industria manufacturera. ¿Cuál fue la fórmula?: Inversión más crecimiento más educación para el empleo. Aquel que estudiaba cierta disciplina lo hacía sabiendo que tendría empleo al salir, porque la estrategia nacional había definido dónde sería necesario. Una fórmula esencial para el futuro de un país como Chile.
Por cierto, la economía surcoreana se ha visto impulsada este año por las medidas del gobierno, que ha aplicado recientemente un paquete de estímulo para combatir la desaceleración económica, entre las que destacó una inyección de presupuesto adicional de unos
US$ 15.000 millones.
Y llegamos a Wu Guoping, de la Academia de Ciencias Sociales de China y visitante frecuente de seminarios y coloquios en América Latina. Sus afirmaciones han sido contundentes: China está en un proceso de reformas que abarca diversos ámbitos: económica, financiera, tributaria y fiscal, de empresas, en la distribución de ingresos, y en el sistema de seguro social.
Wu confirma que China está entrando en un proceso de desaceleración económica porque el crecimiento ya no tendrá como principal referente la cantidad, sino la calidad. ¿Cuál es la consecuencia? China avanza hacia una nueva fase de industrialización.
Ello traerá cambios muy fuertes en la expansión urbana y en el crecimiento de las clases medias que al 2020 serán casi la mitad de la población total del país, dada la necesidad de más profesionales y técnicos. Las inversiones en el exterior llegarán a
US$ 500 mil millones, mientras 400 millones de turistas chinos se desplegarán por el mundo. Y suelta una tremenda advertencia: “No sé si las importaciones de materias primas seguirán igual que hoy; pero seguro se requerirán nuevos productos manufacturados y agroindustriales de América Latina, para lo cual no sé si aquí se están preparando para lo que viene”.
Osvaldo Rosales, economista directivo de Cepal, dijo que hay seis países clave para mejorar la interacción entre este continente y el Asia Pacífico, si se miran nuestras exportaciones: los países de origen son Brasil (43%), Chile (26%) y Argentina (9%); los países de destino son China (58%), Japón (18%) y Corea (10%). A su vez, Brasil y México son los principales importadores desde China, con la mitad del total. Por todo eso, los diálogos de estos días han sido tan importantes: hay muchas tareas a futuro.
