COP27: una agenda imprescindible
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La conferencia COP27 sobre cambio climático de la ONU está teniendo lugar en Egipto en medio de un escenario global que, en cierta medida, parece especialmente favorable a imprimir urgencia y compromiso de los Estados en las discusiones sobre el calentamiento global.
Por un lado, aunque sea doloroso admitirlo, la cruda realidad de la guerra desatada por Rusia en Ucrania ha puesto en agenda de forma preocupante -e inmediata, en el caso de Europa- los peligros de la dependencia de combustibles fósiles, de suministro inevitablemente asociado a países específicos que poseen esos recursos (como ocurrió con la crisis del petróleo y la OPEP en el pasado, por ejemplo). Como respuesta de corto plazo es probable que la acción rusa impulse la reapertura de centrales de carbón, pero en el mediano y largo plazo ya está incentivando la búsqueda de alternativas más verdes en varias naciones.
El escenario global parece especialmente favorable a imprimir urgencia y compromiso a las discusiones sobre el cambio climático.
Por otra parte, la creciente evidencia de los efectos del cambio climático -visible en desastres naturales desde sequías a inundaciones en diversas partes del globo- está sirviendo para imprimir urgencia a estrategias gubernamentales de adaptación y mitigación (como la reciente e inédita anunciada en EEUU, entre otras); pero también para darle empuje adicional al complejo debate sobre la necesidad de un mayor financiamiento del mundo desarrollado a iniciativas de ese tipo en el mundo pobre y emergente, e incluso a la (muy polémica) idea de cubrir pérdidas y daños causados por el clima en los países más pobres.
Desde luego, cualquier esperanza de avance depende no sólo de los Estados, sino de las empresas, que deben asumir un compromiso climático genuino, muy distinto al “greenwashing” que muchas han adoptado para fines de imagen y relaciones públicas. Y por cierto, también de las personas, que deben incorporar la preocupación por la huella de carbono en sus hábitos de vida y sus patrones de consumo.
Estos y otros temas están en la agenda de la cumbre de Sharm-el-Sheij. Hay motivos para un razonable optimismo de que se aborden seriamente.