Compliance, fraude corporativo y productividad del mercado
Los desarrollos de persecución penal de la empresa y el espeluznante escenario de riesgo penal corporativo a nivel internacional...
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Los desarrollos de persecución penal de la empresa y el espeluznante escenario de riesgo penal corporativo a nivel internacional (del cual Chile parece no tener noticia, y frente al cual nuestra ley de responsabilidad penal de las personas jurídicas parece un monumento de frivolidad e ignorancia) han continuado febril y crecientemente en los mercados internacionales, tras asumir la abrumadora realidad sobre el fraude corporativo, y el fracaso de Sarbanes-Oaxley (y en general, de la aproximación primariamente financiera de la auditoría tradicional), para producir un impacto significativo en su prevención, detección y control.
Sólo una cifra para ilustrar: la media estimada del costo directo del fraude corporativo es 5% de la facturación anual de las empresas. Esta cifra se ha mantenido consistente por 10 años, en estudios del del ACFE Report to the Nation o el Global Fraud Report, de Kroll.
El PIB de Chile en 2011 fue de US $248.602 millones. Esto significaría una pérdida anual para el país de casi US $13.000 millones. Si hacemos el ejercicio (absolutamente hipotético y al azar) con algunas empresas, estaríamos hablando de pérdidas por fraude corporativo como las siguientes: SQM rondaría $43.000 millones; CAP superaría $45.000 millones; Masisa entre $25.000 y $50.000 millones; LAN alrededor de $113.000 millones; Enersis $100.000 millones. Como toda media, alberga diferencias según nicho. En el retail, por ejemplo, la pérdida promedio es cercana a 1,5%. Luego -hipotéticamente- la pérdida en este sector: Falabella rondaría $54.000 millones; FASA, $5.500 millones; Unimarc superaría $17.000 millones; Cencosud (Jumbo y Santa Isabel), sobre $60.000 millones; Paris, sobre $8.500 millones. En el otro extremo, Transparency International ha estimado que 10% del gasto mundial en construcción se pierde por fraude corporativo (incluyendo corrupción). Reino Unido y EEUU reportan estimaciones casi idénticas. Esto implicaría pérdidas para Salfacorp cercanas a $70.000 millones y en Besalco, sobre $25.000 millones. Cada año.
Consistentemente, 88% de las empresas reporta alguna forma de fraude en 2010. 9 de cada 10, más de una vez. A la fecha, se han descrito 49 esquemas de fraude, divididos en 22 subcategorías en las tres principales áreas (declaraciones financieras, distracción de activos y soborno); en conjunto acumulan sobre 1.000 modalidades descritas de fraude corporativo mayoritariamente interno, que se distribuyen transversalmente en todo el mercado, y en patrones bastante regulares por nicho, tipo de operaciones, unidades internas, cargos y funciones.
Un modelo de compliance y prevención profesional y especializado puede mitigar estas cifras. Si sólo pudiera reducir 10%, 20%, 30% de estas pérdidas, ¿sería inocuo para la productividad y competitividad del mercado? ¿No sería una inversión rentable y costo-efectiva? Y más: para las empresas medianas, micro y PYME, la cuestión ni siquiera es de productividad, sino de supervivencia: son decenas de veces más victimizadas que las empresas grandes, su capacidad de absorber la pérdida es mucho menor, y, como señalan las cifras, el fraude interno con frecuencia las lleva a la quiebra o al cierre del negocio. Y de ellas depende 2/3 del empleo en Chile. ¿Hora de tomarnos en serio los temas de compliance y fraude corporativo?