Cada cierto tiempo, el mercado de valores genera casos que remecen a la opinión pública. Lo interesante, sin embargo, es que detrás de todos ellos subyace una misma pregunta: ¿Cuál es la función del directorio y hasta qué punto se extienden los deberes de sus miembros? Un primer paso consiste en separar los casos fáciles de los difíciles. Así por ejemplo, en el célebre Caso EFE se demostró que distintos miembros de la gerencia participaron activamente en un fraude a la compañía. Algunos años antes, en el Caso Chispas se enjuiciaba a un grupo de directores porque decidieron ocultar información relevante para Enersis para perseguir un beneficio personal. En ambos casos, la ilicitud de la conducta resultaba evidente.
Tratándose del Caso La Polar, si las investigaciones en curso demuestran que algún director participó activamente en la práctica de mejorar los resultados de la compañía vía “renegociaciones unilaterales”, o bien, conocía esas prácticas pero prefirió abstenerse de intervenir para privilegiar sus propios intereses, entonces este caso será uno bastante sencillo de resolver. En caso contrario, deberá determinarse bajo qué condiciones los directores deberían haber sospechado lo que estaba ocurriendo, o si de algún modo tenían el deber de revisar la fidelidad de los registros contables de la compañía. La dificultad de esta tarea es doble.
Por un lado, en la Ley de Sociedades Anónimas coexisten visiones contradictorias sobre el rol del directorio. A veces, pareciera entenderse como una instancia encargada de fijar políticas generales y lejos del día a día de la empresa, como sucede con la presunción de culpa de sus miembros, donde se restringió el alcance original de la disposición a los casos en que “la sociedad no llevare sus libros o registros”. En cambio, otras veces, pareciera considerársele la cúspide de una jerarquía encargada de supervisar a cada uno de los órganos subalternos, como sucede con la revocación del directorio de pleno derecho si la junta de accionistas rechaza el balance anual por segunda ocasión consecutiva.
Si los hechos del Caso La Polar llegan a transformarlo en un “caso difícil”, la SVS deberá encontrar la manera de armonizar las visiones contrapuestas sobre la función del directorio, además de ponderar los efectos que ello podría generar en el funcionamiento del mercado de valores.