Carta al presidente
Señor presidente: Sabemos que está trabajando duro. Lo vemos cada día y estamos agradecidos...
Señor presidente: Sabemos que está trabajando duro. Lo vemos cada día y estamos agradecidos. Y nuestro agradecimiento se extiende a todo el equipo que lo acompaña en la monumental tarea que significa el gobierno de Chile. Escuchamos su discurso y vimos un jefe de Estado enérgico, con objetivos cumplidos, un gabinete cohesionado.
Y, sin embargo, la Alameda pareciera estar habitada de manifestantes, es como si la sociedad civil permaneciera sorda ante tanta propuesta cumplida, ante tanta excelencia y eficiencia administrativa. De un tiempo a esta parte pareciera que el clima de unidad y amistad cívica es amenazado por posturas fatalistas, que se acercan a la histeria.
Vargas Llosa, al referirse a las próximas elecciones peruanas, dijo que elegir entre Keiko y Humala era como elegir entre el Cáncer y el Sida. Durante los últimos años en Chile hemos disfrutado del fenómeno inverso. Los consensos que alcanzamos en el siglo pasado no sólo nos han reportado grandes avances, sino también un clima de debate republicano propio de ciudadanos preocupados del bien común.
Hoy, cuando ya hemos pasado el Bicentenario y aparecen en Chile debates decisivos como los medioambientales, los del derecho a la vida y la verdadera naturaleza del matrimonio pareciera ser inevitable que el clima vuelva a polarizarse. Señor presidente, no es usted, no es su gobierno, son los tiempos que nos tocan. Le tocaron tiempos difíciles, es cierto, pero también es cierto que nadie ha pasado a la historia en tiempos fáciles.
Señor presidente, el 21 de mayo usted nos dio una gran responsabilidad: nos llamó a cuidar la unidad nacional y el respeto por las instituciones. Este llamado cobra especial importancia en el contexto de los debates que comenzamos. Podemos afirmar que así como el siglo pasado correspondió al debate en torno al consenso político y al consenso económico, este siglo corresponde el debate por un consenso social. Y para que tal debate no tenga las consecuencias nefastas que tuvieron muchas de las discusiones ideologizadas del siglo pasado hace falta más que un llamado a la unidad y el respeto por las instituciones. Sabemos que usted quiere que este consenso social tenga como objetivo una sociedad verdaderamente humana. Es decir, aquella que no olvida ninguna dimensión del ser humano y respeta profundamente su dignidad, libertad y trascendencia. Es el consenso que apuesta por la familia, la educación, la libertad, la solidaridad, la vida y las oportunidades.