Es el momento de una Política Ferroviaria
Carlos Cruz Secretario ejecutivo Consejo de Políticas de Infraestructura
- T+
- T-
Carlos Cruz
En la última publicación del World Economic Forum (WEF), Chile ocupa el lugar número 33 en competitividad mundial. El principal factor que contribuye para que esta posición se haya alcanzado es el entorno macroeconómico. En eso estamos seguros de que Chile es un alumno aplicado. Y no sólo ahora, sino desde hace ya algunos años, cuando se alcanzó un compromiso implícito de todas las fuerzas políticas y sociales acerca de la necesidad de generar un contexto macro lo más seguro posible para favorecer la inversión. En cambio, el ítem que menos contribuye, es decir, que resta, es lo relacionado con la infraestructura.
Chile, que alguna vez ocupó el lugar número 22 (2004-2005) en competitividad de su infraestructura, hoy está en el 41 (en infraestructura de transportes ocupamos el 50), con un sector que es particularmente retardatario, como es el ferrocarril, en el puesto 67. Y en eficiencia de los servicios ferroviarios somos 79.
Desde hace varios quinquenios venimos escuchando sobre la necesidad de una política ferroviaria que le permita a este modo ocupar un lugar relevante en el transporte de carga y pasajeros. Si bien en la zona norte el aporte del ferrocarril de carga es muy relevante, desde La Calera al sur es muy poco significativo. Esto, a pesar de que es en esta zona donde los encadenamientos logísticos son más importantes para aumentar la competitividad de la economía nacional.
De hecho, según estándares internacionales, nuestros puertos cumplen con indicadores muy satisfactorios; en cambio todo lo que va desde las áreas de generación de carga hasta el puerto y de estos, a las zonas de distribución, deja mucho que desear. En este encadenamiento, el ferrocarril debiera constituirse en un pilar fundamental para alcanzar la máxima eficiencia de los servicios logísticos.
En el área de pasajeros los avances también son muy limitados. Es efectivo que el ferrocarril ha tenido gran aceptación en Valparaíso, Concepción y en el entorno cercano a Santiago (Nos y Rancagua). No obstante, su contribución total al transporte de pasajeros sigue siendo limitada.
En vista de lo anterior, creemos que en Chile se requiere de una política ferroviaria integral. Entre los temas a resolver está la relación de cooperación y competencia de los servicios de pasajeros y de carga. Es claro que la actual convivencia no es la opción más indicada para potenciar ambos servicios.
El emplazamiento lógico para este efecto es el Ministerio de Transportes. De él debiera surgir un diseño estratégico y la progresión de las inversiones que se requieren para alcanzar los objetivos perseguidos.
Para asumir esta responsabilidad, el MTT debiera contar con el apoyo del MOP, específicamente, con la nueva Dirección General de Concesiones, para determinar de qué manera es posible incorporar recursos privados al desarrollo del modo ferroviario. No es posible seguir esperando que alguien decida cómo hacerlo, cuando hay tantas necesidades pendientes.
En este diseño, EFE y sus filiales debieran ser una agencia ejecutora que opere los mandatos de la entidad rectora del Estado, a cargo del diseño de la política ferroviaria. Es muy probable que, concentrando allí sus esfuerzos, EFE llegue a ser un operador de servicios públicos que aporte en forma significativa al país. Mientras siga cumpliendo con la tarea de diseñar la política y ejecutar los programas, difícilmente alcanzará los estándares que su directorio se propone.