Y ahora, ¿quién podrá defendernos?
Director Genesis Partners
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Andrés Meirovich
El término del 2015 y el inicio del 2016 no han sido para nada alentador. Estamos viviendo terremotos en el parlamento, en el gobierno y en la clase empresarial.
La discusión de la reforma educacional fue realmente desalentadora, ya que ningún diputado puso la visión de largo plazo que se necesitaba. ¿Cuándo se hablará de calidad en educación pre básica y básica, en donde todos los estudios indican que es más eficiente poner los recursos? La opinión pública no espera mucho de políticos como Daniel Farcas o Gustavo Hasbún, pero sí se esperaría otra cosa de la savia joven, como por ejemplo Gabriel Boric y Giorgio Jackson. En mi opinión, el desempeño de ambos esta al debe. Primero, porque teniendo grandes condiciones de liderazgo no han logrado consolidar movimientos políticos amplios. En segundo término, con el afán de figurar cada vez están haciendo declaraciones más desafortunadas.
Con respecto a los resultados de la PSU, el diputado Boric escribió en las redes sociales: ”Esta lista (de los 100 mejores colegios PSU) es demasiado violenta, de los 100 colegios, 95 son particulares pagados. Segregación de clase pura y dura. También segregación regional y de género. Chile está engendrando una revolución, no nos quedaremos pateando piedras”.
Una desilusión la declaración. Cantinfleo puro y duro, porque sabiendo que va a pasar lo que pasa (resultados desastrosos), no alzó la voz en la discusión en educación y sale con estas declaraciones (que se hacen todos los años) para la galería.
Lo mismo que el proyecto de bajar el sueldo a los parlamentarios, que sabiendo que no tenían los votos para aprobarlo, lo hacen público para verse “distintos”. Al final del día, estos “revolucionarios” siguen perteneciendo a la máxima elite de jóvenes de menos 30 años que ganan $ 8 millones mensuales.
El punto es que los necesitamos, ya que son la esperanza para una renovación potente de nuestro parlamento.
En cuanto al gobierno, me enfocaré en el tema de Conicyt. Es realmente vergonzosa la silla musical que ha tenido esta institución en el último tiempo. Tantas promesas sobre ciencia e innovación que no se cumplen. Acá no hay magia, sino trabajo duro y seguir el ejemplo de otros países que han abrazado la ciencia como motor del desarrollo. Hoy invertimos un tercio de lo que lo hacen los países desarrollados. Así no tenemos ninguna posibilidad.
Por último la clase empresarial, que con tantos casos de colusión mancha todo lo positivo que generan a la economía. Es necesario un mea culpa, y un “nunca más” por parte de instituciones como Sofofa para que la ciudadanía vuelva a confiar. Tampoco existirá desarrollo si se ironiza con los “emprendedores” o si la gente cree que son todos ladrones.
Súmele a lo anterior el alza del dólar y la caída en el precio del cobre.
Como se dice en fútbol, estamos en la B.