¿Condenando el futuro?
Andrés Meirovich Managing Director Genesis Ventures @ameirov
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Andrés Meirovich
En mi columna de marzo, cuando estaba recién comenzando la crisis del Covid-19 en Chile, comenté la oportunidad que teníamos como país de poder usar dos crisis seguidas (estallido social + virus) para realizar acciones disruptivas que nos ayuden a reactivar la economía, por un lado, pero también sirvan para pensar en un crecimiento sustentable en el corto plazo.
Hemos recibido malas noticias. La semana pasada salió el reporte de la Asociación Latinoamericana de Capital Emprendedor, que muestra un dramático descenso de nuestro país en inversiones en emprensas innovadoras en comparación con México, Colombia, Brasil y Argentina. Si bien seguimos siendo primeros en ecosistema (institucionalidad para emprender), en materia de inversión vamos en franca caída. En 2019 Colombia recibió US$ 1.100 millones de dólares (300% superior al año anterior), México US$ 700 millones (400% superior), Brasil US$D 2.500 millones (100%) y Argentina US$ 290 millones (250%). Chile, en cambio, apenas anotó 36 millones de dólares, alrededor de la mitad de lo que recibió en 2018.
¿Qué ha pasado? Si bien nadie duda de las buenas intenciones de la clase política, mirar las “urgencias” como una carrera de 100 metros, y no como una maratón, nos puede costar muy caro. Y siempre ha habido urgencias que han postergado una política nacional de innovación y emprendimiento. Se han recortado presupuestos estatales de innovación y becas, se dejaron de lado iniciativas que recien se estaban iniciando para poder potenciar las startups/pymes, para, en muchos casos, ir con la promesa de aumentar las garantías para que los bancos puedan prestar plata a las PYME y poder “salvarlas”.
En la práctica, lo que está pasando es que por un lado estamos frenando la cadena de innovación, y por otro los bancos no están llegando a los afectados, ya que nunca dejarán de ser bancos y de tomar el menos riesgo posible para poder seguir teniendo las rentabilidades usuales. Al final, les entregarán créditos blandos a empresas que están “bien paradas”, generando una mayor injusticia que antes de la crisis. El peor de los mundos.
Estamos condenando nuestro futuro tratando de usar los mismos actores y con las mismas soluciones. Los hábitos de consumo no serán los mismos después de la pandemia, por lo que urge potenciar la transformación digital, la innovación, las exportaciones y la inversión extranjera.
Eso ya lo entendieron los otros países latinoamericanos que durante este tiempo han desplegado una seria de medidas para potenciar la industria. Antes y durante la pandemia. Para qué decir los países desarrollados, que se están apoyando justamente en empresas innovadoras para apurar la reactivación.
Las medidas técnicas están más que claras (potenciar la entrada de inversionistas institucionales, coordinación agencias públicas y privadas, incentivos ley I+D, equiparación de beneficios tributarios, flexibilidad en la creación de Fondos de inversión privado etc.). Sólo falta la real voluntad política para llevarlas a cabo.