En una semana en que la atención internacional está puesta en lo que será el desarrollo del descontento social en Brasil -la ex vedette de la región-, cabe destacar al que es uno de los procesos más interesantes de integración global: la Alianza del Pacífico. El bloque que integra a Chile con Perú, Colombia y México, acapara la atención de inversionistas, empresas y gobiernos, en miras a lo que es el potenciamiento de un bloque regional que muestra una dinámica agenda de avances y proyección a diferencia de la realidad de los proyectos regionales anteriores.
La Alianza reúne a las estrellas de Latinoamérica, que tuvieron un crecimiento del 5% en su PIB en 2012, cuando el mundo creció a 2,2% y se proyecta como un bloque alternativo regional dentro de la creciente ola proteccionista. Además, con un claro enfoque y plan de acción real en miras al otro polo de crecimiento mundial: la orilla asiática del Pacífico. Datos: las cuatro economías en su conjunto son la 9° a nivel mundial, quinto mercado del mundo con 215 millones de habitantes con una pujante clase media, son además países abiertos al comercio, representando como conjunto al 7° exportador del mundo. Además, son los países con buenos ambientes para hacer negocios y que han tenido una mejora en su escenario de riesgo político.
Especialmente, ha acaparado la atención de los asiáticos, quienes siguen muy de cerca el proceso en el que se espera que pronto se implemente la eliminación de tarifas al comercio del 90% de las mercancías, la unificación aduanera, de visas, turística, y muchos otros facilitadores prácticos más para hacer negocios e invertir dentro y a través de los cuatro países. El ya operante MILA genera un vehículo de estratégico interés para fondos asiáticos y del mundo, los que ya están comenzando a poner sus fichas. A su vez, las famosas multilatinas se muestran como socias estratégicas para la penetración del pujante mercado latino.
Esta realidad empresarial y de comercio existente está apostando por estrategias e inversiones comunes en miras a potenciar su oportunidad en Asia, que de acuerdo a las proyecciones para 2030 concentrará a dos tercios de la clase media mundial y al 60% del gasto en consumo global.
Hoy sucumbimos ante los vaivenes de las proyecciones de demanda del cobre por parte de China; sin embargo, esta nueva realidad en la que Chile se potencia como una plataforma real en las operaciones en la región, basado entre otros en la red de tratados de libre comercio que poseemos con más de 60 países, aumentarán las oportunidades para diversificar nuestra canasta exportadora no sólo en cuanto a productos sino también servicios, generar espacios para joint ventures y encadenamientos productivos, transferencia tecnológica, y más espacios que aprovechen las sinergias posibles entre las dos orillas del Pacífico.
La generación y cruce de este puente se torna especialmente un imperativo en miras a la creciente incertidumbre en los mercados desarrollados y sus agendas políticas y a su vez, en lo que son las señales que se están generando en los otros players de la región.