Ahorro interno: peligroso debilitamiento
Hernán Cheyre V. Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES), U. del Desarrollo
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Hernán Cheyre V.
El debate económico de corto plazo está centrado en temas como la fase en que nos encontramos en el ajuste recesivo en marcha, las expectativas de crecimiento para este y el próximo año, las perspectivas de empleo o la rebeldía de la inflación, entre otros. Pero las mismas cifras que alimentan este debate dan cuenta también de otro problema que se está profundizando: el debilitamiento del ahorro interno.
Según las últimas cifras del Banco Central, el ahorro nacional bruto registró una cifra equivalente al 18% del PIB durante el segundo trimestre. Más allá de la variabilidad trimestral de las cifras, y tomando en cuenta que durante 2021 el ahorro agregado disminuyó en forma significativa por la fuerte expansión del gasto interno, cabe resaltar que la trayectoria descendente del ahorro interno es un fenómeno que se viene manifestando en forma sistemática desde hace ya casi una década: en 2013 se alcanzó una cifra equivalente al 22,7% del PIB, nivel que se mantuvo hasta 2015, pero a partir de esa fecha lo que está ocurriendo es una tendencia a la baja que se ha visto acentuada en los períodos recientes.
“La economía chilena necesita con urgencia aumentar la tasa de inversión, para lo cual la entrega de señales orientadoras de mediano y largo plazo en el ámbito institucional será clave, despejando la incertidumbre”.
La otra cara de la moneda es que, no obstante el estancamiento que arrastra la inversión, en los dos últimos años el uso de ahorro externo (déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos) ha aumentado en forma considerable (8,5% del PIB), lo cual obviamente no es sostenible.
¿Y cuáles son las principales fuentes de ahorro interno? De acuerdo a las cifras, el ahorro de las empresas no financieras -en esencia, la reinversión de utilidades- se ha convertido en el pilar fundamental, a diferencia del ahorro de los hogares, que ha venido cayendo en los últimos años, y del ahorro del gobierno, que incluso pasó a valores negativos en los períodos recientes. Sin perjuicio de los esfuerzos de ajuste fiscal en marcha, que en su momento deberían contribuir a fortalecer el ahorro público, en las actuales circunstancias es muy importante no debilitar el ahorro privado.
Es probable que las cifras de 2022 muestren una acentuación de esta tendencia a la baja, considerando que un gran número de empresas resolvió este año aumentar los repartos de dividendos en un contexto de congelamiento o postergación de nuevos proyectos de inversión, lo cual es la otra cara de una menor reinversión de utilidades. La reforma tributaria que se está discutiendo, que busca recaudar el equivalente a 4,1 puntos porcentuales del PIB para poder financiar mayores gastos, incluye fórmulas que van a gravar adicionalmente el ahorro privado, y en el caso de las empresas incluye un gravamen específico a las utilidades acumuladas, siendo evidente el riesgo de debilitar el ahorro nacional por este concepto.
La economía chilena necesita con urgencia aumentar la tasa de inversión, para lo cual la entrega de señales orientadoras de mediano y largo plazo en el ámbito institucional va a ser fundamental, despejando la incertidumbre. Pero esta condición necesaria no es suficiente, ya que se va a requerir también que exista financiamiento para nuevos proyectos de inversión. En un contexto en que presumiblemente va a ser más difícil acceder a financiamiento externo como consecuencia de un mayor riesgo-país y de un marco internacional más convulsionado, la disponibilidad de ahorro interno va a ser fundamental. Y para ello la contribución de las empresas por la vía de la reinversión de utilidades va a ser preponderante, como también lo será el ahorro de las personas. Es por esto que penalizar el ahorro en la reforma tributaria es algo que está en abierta contraposición con lo que el país necesita.