Ayer se celebró la Segunda Cumbre de la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech), momento propicio para reflexionar sobre el emprendimiento en Chile y sus desafíos futuros. Hoy no sólo es más rápido y barato crear una empresa, sino que también existen más oportunidades de financiamiento, una cancha más pareja para las nuevas empresas y pronto contaremos con una ley que apoyará el re-emprendimiento.
Estos avances son importantes y reconocidos por el ranking Doing Business donde nuestro país ha mejorado 16 puestos desde principios de 2010. Pero sabemos que pese a estos logros, estamos a mitad de camino y por tanto, debemos seguir avanzando para que Chile, por qué no, sea el mejor país del mundo para emprender.
Los emprendedores y las pymes captan la atención de los gobiernos, más en períodos electorales, por su relevancia en el empleo. En Chile, las pymes generan cerca del 67% del empleo, situación que se repite en economías con similares niveles de desarrollo que nuestro país.
En materia de políticas públicas para apoyar el emprendimiento y las pymes, encontramos buenas y malas experiencias en el mundo. Por ejemplo, la crisis Europea no se debe sólo a sus gastos excesivos, por décadas, sino que también se explica por la pérdida de productividad en economías como la de Grecia, Francia, Portugal y España. Estos resultados se dieron, en parte, por políticas y regulaciones especiales que quisieron favorecer a las pequeñas empresas, pero que tuvieron resultados adversos, como lo sucedido en Francia, que tras aprobarse un estatuto laboral para empresas con menos de 50 trabajadores, se multiplicaron las “pymes” con 49 trabajadores, diezmando la productividad del país.
La evidencia empírica muestra en Europa que las empresas que crecen y llegan a grandes son 40% más productivas que las más pequeñas (Eurostat, 2009), situación que se repite en Latinoamérica, incluyendo a Chile. Por esta razón, debemos tener cuidado cuando se ofrecen tasas de impuestos diferenciadas y regulaciones especiales que podrían desincentivar el ciclo virtuoso de crecimiento a las pymes y terminar por perjudicarlas. En una economía sana y dinámica como la chilena están las condiciones para que todas las personas con talento y buenas ideas emprendan. Y debemos apoyarlas, pero el foco de las políticas públicas debe estar en facilitar que estas empresas crezcan y generen empleos, mejorando así sus oportunidades de acceder a distintos mercados.