Banco Central, ¿para qué innovar?
Señor Director:
Desde 1925 (Misión Kemmerer), nuestro Banco Central ha tenido dos mandatos fundamentales. Uno es velar por la estabilidad de la moneda, lo que se traduce en el control de la inflación dentro de ciertos límites; el otro es cuidar el normal funcionamiento de los medios de pago.
En 1953, con el Decreto con Fuerza de Ley Nº106, se incorporó por un breve tiempo un objetivo adicional al Banco Central. A grandes rasgos, el nuevo mandato consistía en propender al crecimiento económico del país. Así, se le impuso al Central la obligación de adquirir pagarés que emitiera la Tesorería General de la República. Esta obligación provocó el ingreso de una gran cantidad de dinero a la economía, elevando la inflación del país a límites insospechados.
Actualmente, nuestra Constitución mantiene los mandatos originales de la entidad cambiaria, no contempla el crecimiento económico como parte de su mandato y prohíbe, salvo casos de excepción, que el Banco Central entregue financiamiento o préstamos al Estado y sus organismos.
Una de las indicaciones propuestas al borrador de la Comisión Experta es incorporar a su mandato el contribuir al bienestar de la población, debiendo considerar, en el ejercicio de sus facultades, el pleno empleo, la diversificación productiva, el cuidado del medio ambiente y el patrimonio natural “así como cualquier otra materia que el Consejo [del Banco Central] fundadamente determine”.
Hoy el Banco Central es un organismo autónomo que promueve el bien común desde el ámbito de sus competencias. No afectemos su reputación reviviendo contiendas históricas de más de medio siglo o incorporando factores que puedan afectar su notable desempeño.
Karin Moore y Nicolás Ossandón
CLAPES UC