Editorial

Impuestos: discusión anclada en la realidad

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Tras 17 meses de discusión parlamentaria fue aprobada a fines de enero la reforma tributaria que impulsaba el gobierno, un proyecto muy distinto al ingresado originalmente, debido a los efectos económicos y políticos de la crisis social. Si antes era una propuesta que, entre otros aspectos centrales, resultaba neutral en materia de recaudación, integraba el sistema para todos los contribuyentes y proponía cambios a la Norma General Antielusión, la versión que fue despachada recaudará un adicional de US$ 2.200 millones anuales cuando esté en régimen y eleva la tasa más alta del impuesto personal a 40%.

Se trata de la primera reforma emblemática del actual Ejecutivo que pasa la barrera del Congreso, y como señaló a este diario el coordinador de Política Tributaria del Ministerio de Hacienda “incorpora mejoras al Código Tributario, a la Ley de Impuesto a la Renta, a Ley de IVA, y a la Ley de Impuesto a la Herencias y Donaciones”, junto con destacar el régimen Pro Pyme, la nueva norma de gasto tributario y la incorporación de la figura del defensor del contribuyente, entre otras medidas.

Como sea, más allá de sus virtudes y falencias, el despacho de la ley no ha puesto fin a la discusión en materia de impuestos, pues el visto bueno parlamentario incluye un “marco de entendimiento” para una hoja de ruta tributaria a mediano plazo, que comienza en marzo con comisiones técnicas para revisar el sistema de exenciones y la eficiencia del gasto tributario. Si bien el gobierno descarta que esto, en la práctica, constituya una “segunda reforma”, lo cierto es que se abre espacio para prolongar un debate tanto políticamente desgastante como, a ratos, poco conducente a una real modernización de nuestro sistema impositivo.

Al respecto, parece imprescindible fijar un lineamiento básico: que toda discusión futura sobre impuestos esté anclada en las perspectivas reales de crecimiento económico de Chile.

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