¿Quién gana retrasando la innovación financiera?
MATÍAS SPAGUI Director de Mercado Pago Chile
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MATÍAS SPAGUI
Parece que lo importante no es urgente, las brechas en el mundo financiero siguen siendo altas y pasa el tiempo y seguimos retrasando la innovación, pilar fundamental para la inclusión.
Si bien la innovación ha sido producto de la tecnología y su principal promotor han sido las Fintech, que con nuevas herramientas ayudan a cubrir las necesidades de personas y empresas desatendidas por el sistema tradicional, lo cierto es que en cuanto a reglas del juego que faciliten su despliegue, pareciera que el afán de mantener el statu quo de algunos actores se sigue imponiendo.
En ese contexto, la arremetida de BancoEstado contra algunas Fintech es solo un capítulo de una trama más grande donde la tónica ha sido el retraso de las iniciativas que potencian a los nuevos actores. ¿A quién le interesa frenar la agenda Fintech? Porque la velocidad es mínima en temas como las tasas de intercambio. Tampoco se mueve la Ley Fintech y vemos cómo los marcos regulatorios que se estructuran contienen múltiples barreras de entrada para los nuevos negocios. Está claro que detrás de este afán ralentizador hay un mismo actor: los bancos. Ellos son los beneficiados con tasas de intercambio altas, no quieren Open Banking ni que la Ley Fintech avance y piden las mismas reglas o incluso peores para el resto. Vamos por parte: en medios de pago, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) inició una consulta para generar tasas de intercambio provisorias para dar certezas hasta que comenzaran a regir las que fijará el comité creado por la ley que establece límites en esta materia, la que acaba de entrar en vigencia, donde dicho comité tendrá un plazo de hasta seis meses para fijarlas. Sin embargo, tras ocho meses de incertidumbre, el TDLC decidió no continuar con este proceso debido a la entrada en vigencia de la nueva ley. Lamentablemente, este “vacío” que tendremos hasta que el comité fije las tasas el próximo año favorece a los emisores de tarjetas, que son casi en su totalidad bancos. Sigamos con la retrasada Ley Fintech. Después de muchos meses en que apenas se conoció de su alcance, el mercado supo en junio que el proyecto de ley tiene como novedad crear un sistema de Open Banking. Esto permitiría el intercambio de información entre actores tradicionales y nuevos, con lo que se abordaría una de las principales barreras que enfrentan las Fintech: la asimetría de información.
Desde entonces, Hacienda no ha dado señales de cuándo enviará el proyecto al Congreso, por lo que será difícil que se convierta en ley en lo que queda del actual gobierno. Sumado a todo lo anterior, los marcos regulatorios están siendo cada vez más ácidos con los nuevos actores. Esto va en línea con el llamado realizado por la banca a establecer las mismas reglas para los nuevos actores o incluso más exigentes. Es evidente que la banca quiere frenar el desarrollo Fintech y utilizar su influencia en la generación de regulaciones. Si queremos incluir a más gente, es necesario que este tema importante pase a ser urgente y así se potencie la innovación.