Padre Hugo Tagle

El difícil perdón

En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 4 de julio de 2016 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Padre Hugo Tagle

Padre Hugo Tagle

Los chilenos somos rencorosos. Quizá tiene que ver con nuestro carácter secundario, algo retraído, en exceso sensible. Somos de risa lenta y “mecha corta”. Baja capacidad de tolerancia, nos “apestamos”, como dicen los jóvenes, con facilidad. “Perdonar sí, olvidar jamás”, reza un amargo dicho, lamentablemente real.

Pero el perdón no es para los demás. Es también para uno. Muchos se ahogan en un error cometido y, literalmente, no se lo perdonan nunca. Divagan por la vida arrastrando el fardo de un error torpe, sin poder cerrar la herida y dar vuelta la página. Nada acaba del todo; cada cosa se detiene para volver a empezar de nuevo. Un error corregido, reconocido y sanado, quizá sea el primer paso para ese perdón interior y comenzar de nuevo. Perdonarnos es rectificar y darse cuenta de en dónde hemos fallado. A partir de ahí, empezará para cada uno un nuevo comienzo.

“Recordar un buen momento es sentirse feliz de nuevo”, dice Gabriela Mistral. Y de la misma manera, podríamos parafrasearla y decir, olvidar es enterrar una mala experiencia. Así como cultivamos la memoria para recordar lo bueno, activemos los sentidos para saber olvidar lo malo. Con facilidad nos sentimos atormentados por errores cometidos, aún presentes en el ahora. No se martirice por ello, ¡perdónese! y empiece de nuevo. “Recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para quien tiene corazón”, dice García Marquez. En efecto, muchas veces los recuerdos se enquistan más en los sentimientos que en la razón. Y, por lo mismo, crecen antes que disminuyen. Si vamos a recordar, que sea para no caer en los mismos errores. “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.

Cuando apuntamos con un dedo a otro para reprocharle un error o mala conducta, hay otros tres dedos que apuntan a uno. Asumir la responsabilidad de mis actos, enfrentarlos con honestidad, colocarlos en su justa dimensión y buscar reparar el mal causado, lleva a ser más feliz.

“Predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo, dice la Madre Teresa de Calcuta. Pero, ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes?”. Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros.

¿Pide perdón antes de perdonarse a si mismo? ¿Cuándo fue la última vez que se perdonó y pidió perdón? ¿A quién? Poner en práctica este ejercicio nos vuelve empáticos, compasivos, comprensivos y tolerantes. Una acción que enriquece y permite, después, pedir un perdón mucho más sincero y verdadero.

Lo más leído