Los muros de TrumpU
Director Centro de Estudios Internacionales y profesor Derecho UC
- T+
- T-
Deben ser las primeras semanas más intensas que se recuerden de un presidente de Estados Unidos. Ordenes ejecutivas para todos los gustos, incluyendo el rechazo del TPP, la eliminación del Obamacare, prohibición de ingreso para refugiados y migrantes de países de mayoría musulmana y la reactivación de la construcción de oleoductos. Sumemos las amenazas comerciales a China y México y el anuncio de la construcción del muro limítrofe con ese último país ¿Hasta dónde puede llegar Trump con sus promesas de campaña?
El sistema de “frenos y contrapesos” que la Constitución, el Congreso y las cortes imponen al presidente, las reglas comerciales de las cuales EEUU es parte y la propia realidad del país americano, pueden transformarse en verdaderos muros para Trump. Especialmente, si se multiplican las acciones irreflexivas e improvisadas.
A nivel interno, la gran mayoría de las medidas anunciadas por Trump requieren la aprobación del Congreso, el cual cuenta con amplias atribuciones en materia de financiamiento y gasto. La implementación de un nuevo sistema de salud, la rebaja de impuestos a las empresas o la eliminación de trabas regulatorias serán materias donde los congresistas tendrán voz y voto. Un Congreso de mayoría republicana, pero con una relación funcional con el presidente y expectante de lo que ocurra, no firmará un cheque en blanco. Si bien Trump ha hecho algunos guiños, como la propuesta de Gorsuch para la Corte Suprema, o los anuncios de rebaja de impuestos y eliminación de regulaciones; también ha desafiado el ideario republicano con su agenda proteccionista. Un Congreso responsable y que agregue deliberación a muchas de las medidas puede ser un agente moderador o incluso un muro para el presidente.
Un segundo muro a nivel interno es la situación fiscal de EEUU. Parece interesante modernizar la infraestructura pública o bajar los impuestos a las empresas, haciendo rentables muchos proyectos que hoy no lo son. Sin embargo, la delicada situación fiscal con una deuda pública que supera el 100 por ciento del producto y con un presupuesto fiscal comprometido en 3/4 partes por prestaciones sociales y de salud, limitan el margen de acción. Si la nación norteamericana no quiere generar un desequilibrio fiscal mayor, deberá priorizar su gasto y limitar el déficit. La chequera, por tanto, no tendrá total disponibilidad.
En política exterior surgen mayores preocupaciones, por las amplias facultades de un presidente. Así, puede imponer unilateralmente una agenda proteccionista a través de tarifas y restricciones al comercio. No obstante, estas medidas deben respetar los acuerdos suscritos por EEUU, como la OMC, el NAFTA o sus múltiples acuerdos bilaterales. Además, las medidas deben responder a prácticas ilegales de los países afectados, como dumping, manipulación de la moneda o subsidios encubiertos. De lo contrario, podremos ver a EEUU enfrascado una y otra vez en disputas internacionales y siendo objeto de represalias comerciales. Si impone un arancel a los productos mexicanos para financiar el muro, lo estará haciendo también a los insumos que las empresas americanas importan desde ese país, aumentando los costos de su cadena de producción y, por tanto, haciéndolas menos competitivas. Un juego de suma cero.
Finalmente, el votante americano también puede constituir un muro. La opinión pública es cada vez más cambiante y permeable al inmenso flujo de información. Lo vivió Obama, donde un grupo de su base electoral le dio la espalda. Según Gallup, sólo un 35 por ciento de los americanos considera que Trump se está moviendo en la dirección correcta en sus primeras semanas al mando, muy por debajo del 63 por ciento que ostentó Obama al inicio de su primer mandato. Un ciudadano más escéptico y las elecciones legislativas en dos años más pondrán a prueba el apoyo a la administración Trump.
La clave, entonces, no va por apostar a un cambio de actitud de Trump, sino hasta dónde el sistema institucional norteamericano podrá moderar al presidente, siendo incluso necesario ponerle muros.