La amenaza nuclear global de Corea del Norte
Hernán Salinas Profesor de Derecho Internacional Facultad de Derecho UC
- T+
- T-
El embajador de Francia en las Naciones Unidas, Francois Delattre, en relación a la amenaza de Corea del Norte con motivo del último ensayo nuclear de dicho país, señaló: “De ser regional ha pasado a ser global; de potencial a inmediata; de seria a existencial”.
Estas palabras reflejan muy bien el nivel que ha alcanzado la amenaza norcoreana después de la escalada de sucesivos ensayos balísticos y nucleares que ha realizado dicho país bajo la conducción del último dictador estaliniano en el mundo, Kim Joung-un. Ello a pesar de la aprobación de ocho resoluciones por el Consejo de Seguridad y la aplicación de las sanciones correspondientes por la comunidad internacional organizada.
El fracaso de los esfuerzos de Naciones Unidas en la materia y las amenazas belicistas del presidente de EEUU, Donald Trump, no han logrado disuadir al dictador norcoreano de detener su carrera de expansión de su desarrollo nuclear, hoy potencialmente de alcance intercontinental. Por el contrario, en los recientes actos conmemorativos de los 69 años de existencia de Corea del Norte, Kim Joung-un reivindicó su estatus de “nación nuclear invencible”, señalando que las armas nucleares hacen a su país “más seguro” reivindicando su derecho a seguir desarrollando un arsenal más sofisticado.
EEUU presentó una nueva propuesta de resolución ante el Consejo de Seguridad que fue aprobada ayer por la unanimidad de los 15 integrantes de la instancia, pero para ello tuvo que ser ampliamente discutida y revisada para sortear el veto impuesto por Rusia y China a algunas de las medidas. La resolusión aprobada contempla la prohibición de vender a dicho país gas natural o condensado y productos petrolíferos refinados que excedan el medio millón de barriles desde el 1 de octubre próximo y de 2 millones de barriles a partir del 1 de enero de 2018 y durante doce meses, entre otras disposiciones.
Al igual como lo que ocurre con la dictadura venezolana de Nicolás Maduro y la ruptura del orden democrático en ese país, la aplicación de sanciones más duras constituye el único camino para volver al dictador norcoreano a la mesa de negociación, donde China, que aporta el 90% de la energía a Corea del Norte tiene una responsabilidad primordial. Si bien la firme decisión de EEUU de aplicar la fuerza contra Corea del Norte, si ataca a sus aliados Corea del Sur y Japón y su mismo territorio, constituye una medida disuasiva en sí, el llegar a dicha situación constituiría un desastre de dimensiones insospechadas.
Dado lo expuesto, la diplomacia y la aplicación disuasiva de sanciones constituyen el único camino para evitar una guerra nuclear con efectos devastadores no sólo para Corea del Norte, Corea del Sur y Japón, sino también para el mismo EEUU y el resto de la comunidad internacional. Ello incluye el ejercicio de una diplomacia paciente y realista que parta de un dato cierto, como es la capacidad nuclear norcoreana, la necesidad de asegurar la seguridad de dicho país, colocando el programa nuclear en el marco del Derecho Internacional, en particular, el Tratado de No Proliferación Nuclear y la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). En este contexto, el rol de las grandes potencias, en particular China y EEUU, resulta fundamental.