Competitividad, más allá de la coyuntura
Enrique Manzur Mobarec Ph.D Vicedecano Facultad de Economía y Negocios U. de Chile
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Enrique Manzur
La caída del país del puesto 35 al 42 en el ranking de competitividad que elabora cada año el IMD de Suiza con la colaboración de FEN, generó un interesante debate y las más variadas hipótesis. Más allá de las especulaciones y en una perspectiva de mediano plazo, los datos muestran que desde hace una década Chile viene perdiendo competitividad de manera lenta, pero sistemática, cayendo del lugar 25 en 2009, al 35 en 2018 entre las 63 economías analizadas.
Ciertamente lo llamativo de este año ha sido lo pronunciado del descenso, pero el desafío sigue siendo cómo mejoramos la competitividad de nuestra economía. Ello, en el entendido de que la competitividad no es un objetivo en sí mismo, sino que representa un camino para alcanzar un mayor desarrollo, bienestar y calidad de vida para la población. A su vez, un correcto análisis del estudio debiera distinguir entre los factores estructurales que han restringido de manera permanente y sistemática nuestra competitividad, y aquellos más coyunturales que explican la variación de un año a otro.
Entre los factores estructurales que han limitado nuestra competitividad se pueden identificar dos principales: Educación y Productividad. En materia de educación existe bastante consenso, desde hace muchos años, que nuestro sistema educativo no responde adecuadamente a los requerimientos del siglo XXI. Sin embargo, por distintas razones no hemos sido capaces de realizar las reformas necesarias, quedándonos sólo en el diagnóstico. Una prueba de lo anterior es la sostenida baja evaluación que obtiene el ítem educación en el ranking, estancado entre el lugar 46 en 2009 y el 48 este año.
La segunda área de debilidad estructural es la productividad, que también se asocia a los procesos educativos y de capacitación. Medición tras medición han constatado que la productividad, evaluada en distintos niveles y sectores, no mejora, convirtiéndose en un freno para el desarrollo, ubicándonos en el lugar 52 en dicho ítem.
Por otra parte, para entender la fuerte caída de este año debemos analizar también las variables individuales que más bajaron en comparación al año anterior. De las 20 variables con mayores caídas, 17 corresponden a indicadores obtenidos a través de encuestas (datos actitudinales). Eso es consistente con la hipótesis de que la caída observada está asociada a la generación de altas expectativas que finalmente no se han visto satisfechas. También se observa que, de aquellas 20 variables, una alta proporción (13) pertenece al factor Eficiencia de Negocios, el cual bajó 15 puestos del lugar 26 al 41. Esto se asocia a una evaluación más crítica de las prácticas de gestión de las empresas, especialmente en términos de su responsabilidad social, innovación, agilidad y capacidad de adaptación. Esto claramente representa una tarea pendiente para las empresas, sus directorios y ejecutivos.
El gran desafío para gobierno y oposición es avanzar hacia propuestas que aborden los problemas estructurales, reemplazando el polarizado y muchas veces efectista debate actual, por la búsqueda de acuerdos transversales de largo plazo.