DF Mirada ESE Business School | El directivo empresarial ante la pandemia
Álvaro Pezoa, Director Centro de Ética Empresarial, ESE Business School Universidad de los Andes.
- T+
- T-
Álvaro Pezoa.
La empresa enfrenta en la actualidad el duro impacto negativo que el Covid-19 está significando para el normal desenvolvimiento de su actividad. Se trata de una grave amenaza que puede llegar a costar la continuidad a muchas organizaciones de negocios. Ante este escenario, es imprescindible que éstas desplieguen enormes esfuerzos y se concentren en asegurar su pervivencia. Sin desmedro alguno de lo señalado, al mismo tiempo las compañías han de hacerse cargo con especial atención de la dimensión ética que posee el reto que hoy encaran. En efecto, el coronavirus afecta muy directamente a las personas, sus familias y a la sociedad en su conjunto, realidad que la empresa no puede -ni debe- desatender, tenida en consideración su calidad de cuerpo social intermedio plenamente inserto en la comunidad. El desafío que este contexto plantea a los directivos es enorme, pero paralelamente les abre una valiosa oportunidad para liderar una andadura hacia el desarrollo humano, corporativo y reputacional.
Concretamente, ¿qué puede hacer el alto directivo de empresa en el presente? De acuerdo con la literatura académica reciente -y el sentido común- todo parece indicar que, junto con perseguir la permanencia de la organización con energía y creatividad, ha de actuar impulsado por una profunda impronta moral. Esta última implica necesariamente poner a las personas y a la sociedad como fin último de todo su quehacer.
La ética empresarial en estos tiempos obliga a intentar mantener el máximo posible de los empleos, esto es, proteger la fuente laboral de los colaboradores, teniendo el eventual despido en el último lugar de las medidas a seguir para superar la crisis. Incluye cuidar la salud de los miembros de la institución, no exponiéndolos irracionalmente al contagio de la enfermedad. Significa apoyar a las familias de sus trabajadores facilitando, primeramente, los medios para un teletrabajo eficaz y amigable. Requiere aportar a iniciativas de bien común que puedan exceder al ámbito del rubro económico propio de la compañía. Invita a fomentar la comunicación con todos los miembros de la organización y con los grupos de interés, individuos y comunidades con que ésta se relaciona, entendiendo que comunicar significa hacer “común-unidad”, que no es lo mismo que informar, ni tampoco equivale simplemente a estar conectados. La contingencia urge a fortalecer lazos humanos profundos, afianzar lealtades y generar confianza. La acción comunicativa ocupa un lugar privilegiado en esta tarea, aunque no baste por sí misma, aisladamente considerada.
En fin, la ética empresarial sugiere el ejercicio de un liderazgo servidor hacia el interior y el exterior de la corporación. Tipo de conducción que busca, al mismo tiempo, hacer crecer a las personas que se guían y, con el concurso de aquellas, originar un trabajo bien hecho, de excelencia, destinado a satisfacer del mejor modo las necesidades de quienes son destinatarios últimos de los afanes de la organización.
Siguiendo el camino enunciado, la empresa puede no sólo sortear con éxito las profundas dificultades socioeconómicas que está produciendo la pandemia, sino que aprovechar una ocasión particularmente propicia para salir fortalecida internamente y mejor apreciada desde su exterior. En síntesis, persona y sociedad o ética y solidaridad parecen ser consignas necesarias e ineludibles para el buen presente y futuro de la dirección empresarial.