¿La rebaja de tarifas aeroportuarias se compensa con menos inversión?
Carlos Cruz Secretario ejecutivo Consejo de Políticas de Infraestructura
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Carlos Cruz
El Ministerio de Obras Públicas se encuentra diseñando un plan de inversiones en los aeródromos y aeropuertos no concesionados, para adecuarlos a las nuevas demandas que han surgido en relación con este modo de transporte. Consistente con un crecimiento anual de más del 10% de usuarios de los aeropuertos de Chile, se prepararían Torquemada, en Con Con, como alternativa low cost para el aeropuerto de Santiago; el aeródromo de Chillán, como opción al de Concepción; y el de Pucón para descongestionar, especialmente en verano, la ruta entre esa localidad y Villarrica, entre otros.
Estas alternativas requerirán cuantiosas inversiones para ponerlas al día con las exigencias que hoy tienen los pasajeros y con las normas de seguridad para atender vuelos comerciales. En general, los recursos para este propósito provienen de las tasas de embarque y las inversiones las ejecuta el MOP, específicamente a través de la Dirección de Aeropuertos.
Es sabido que la demanda por viajar en avión ha crecido, proporcionalmente, más que la evolución del producto. Este comportamiento tiene que ver, fundamentalmente, con el crecimiento de los ingresos que han tenido las familias durante los últimos 10 años y también con la mayor propensión a la movilidad que tienen las personas en la medida que aumenta su nivel de bienestar. Este comportamiento, propio de los sectores de ingresos medios y altos, se verá estimulado en forma adicional por la rebaja de tasas de embarque que anunció hace algunas semanas el ministro de Economía.
La probabilidad de que esta popular medida, especialmente en el sector del turismo, contribuya a congestionar aún más nuestra red de aeropuertos es alta, precisamente en el momento en que el MOP requerirá más recursos para su ampliación. Es de esperar que eso no se refleje en una rebaja proporcional del presupuesto del ministerio, especialmente en lo que tiene que ver con los recursos destinados a estas inversiones, necesarias para cobijar debidamente ese aumento de demanda. Y en caso que así suceda, bueno sería saber de qué manera esa rebaja se podrá compensar.
Con esta medida, el Estado dejará de percibir, por cada dólar de disminución de la tasa de embarque, del orden de 22 millones de dólares anuales, mientras las líneas aéreas verán incrementada su demanda. Nada asegura que estas rebajas necesariamente se transfieran a los usuarios. Esto es especialmente complejo en momentos en que se iniciará una discusión en el Congreso acerca de la estructura tributaria, en la que las propuestas de gobierno suponen una rebaja inicial de los impuestos para los sectores de mayores ingresos, la cual deberá ser compensada, en buena medida, con una mayor capacidad recaudatoria de impuestos horizontales, a través de la factura electrónica.
Una medida como esta, anunciada por el Ministerio de Economía, con efectos complejos en el presupuesto del MOP, requiere una mayor explicación. No siempre la buena acogida, o la popularidad de una decisión, deben confundirse con la generación de efectos económicos y financieros correctos. Es importante evaluar las consecuencias negativas sobre una serie de otras variables que, al final, pueden perjudicar a la actividad económica en general. En ese sentido, sería bueno conocer la plena justificación del anuncio hecho por la autoridad.