El G20 recupera protagonismo por disputa entre EEUU y China
Los mercados esperan ansiosos una señal de acuerdo entre Trump y Xi en su reunión de Buenos Aires.
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Alemania
En Buenos Aires, unas 87 organizaciones locales y extranjeras se preparan para marchar contra el G20 y el FMI. Será una protesta contra el capitalismo y la acción y políticas dictadas por los organismos multilaterales. Curiosamente, la mayor amenaza para estos organismos no serán las protestas callejeras, por más violentas que estas puedan ser; sino la creciente división al interior del propio G20.
La disputa entre Estados Unidos y China monopolizará la agenda del foro, que se supone debe concentrarse en la discusión sobre la tecnología y el futuro del trabajo y el desarrollo de la infraestructura.
Según un reporte de Financial Times, el borrador del comunicado final revela un cambio de parte del grupo, conocido por sus condenas al proteccionismo comercial y defensa del Acuerdo de París. Esta vez el lenguaje se ha cuidado al extremo, arriesgando que las conclusiones del foro caigan en la irrelevancia.
De hecho, la agenda de la cumbre ha sido relegada a segundo o tercer plano. El mundo está pendiente del encuentro del G20 en Buenos Aires, el próximo 30 de noviembre. Lo que importa es qué sucederá en la cena entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping.
Ambos líderes buscarán además sellar alianzas entre los demás jefes de Estado. Aquí un resumen de las principales agendas en torno a la cumbre.
Trump y Xi, los protagonistas
La OCDE lo advirtió la semana pasada: una guerra comercial entre EEUU y China pondría en riesgo la trayectoria del crecimiento global a partir de 2020. Por lo pronto, tanto el organismo como bancos de inversión están recortando sus proyecciones de crecimiento, tanto para economías desarrolladas como emergentes, por el deterioro del escenario comercial. Como explica Jochen Moebert, analista de Deutsche Bank Research, si EEUU expande la imposición de aranceles a la totalidad de importaciones chinas, a partir de enero, lo más probable es que el país asiático responda con una medida de igual magnitud.
La reunión agendada entre Trump y Xi, en el marco del G20, podría ser clave para resolver el conflicto. Trump ha insistido en que “China parece querer un acuerdo”. Sin embargo, las señales en los últimos días no apuntan a esa dirección. Al choque entre Xi y Mike Pence en la cumbre de la APEC, le siguió la acusación de Washington a Beijing por prácticas desleales en propiedad intelectual tecnológica, y un choque entre sus representantes en un tribunal de la OMC el miércoles.
Cheng Li y Diana Liang, investigadores del think tank Brookings Institutions, afirman que, aunque no hay un apoyo mayoritario a un conflicto abierto, el consenso bipartidista en Washington sí comparte la preocupación de Trump y su equipo sobre las prácticas comerciales y creciente poderío estratégico de China.
Analistas de la Casa Blanca aseguran que el conflicto con China va más allá de lo comercial. Ya lo advirtió a inicios de mes Peter Navarro, asesor cercano a Trump y autor de la estrategia contra el país asiático: “no hay que esperar una solución rápida (al conflicto)”.
El S&P 500 perdió todo lo ganado en el año tras la cumbre de la APEC, y la bolsa china ha caído 9,4% desde la primera ronda de aranceles estadounidenses, en julio. Los inversionistas esperan nerviosos cualquier señal en Buenos Aires.
Goldman Sachs ve un 10% de probabilidad de un acuerdo y un 40% a la opción de que la Casa Blanca opte por una pausa a la imposición de nuevos aranceles. Analistas de Morgan Stanley creen que no habrá acuerdo, sin antes un choque frontal entre ambos países.
Por lo pronto, se puede considerar una señal positiva el que Navarro haya quedado excluido de la cena entre Trump y Xi. Al menos, la prensa china lo ve como una “señal de paz” de parte del mandatario estadounidense.
Golpe al anfitrión
La agenda de Mauricio Macri era clara: convencer al mundo que Argentina tiene derecho de volver a las grandes ligas económicas y de la geopolítica. Su reunión con los jefes de Estado del G20 es clave para recuperar la imagen del país tras una intensa crisis cambiaria y el auxilio del Fondo Monetario Internacional. Trump juega un rol vital en el plan. La prensa argentina incluso especula que Trump estaría presionando a la Unión Europea y a la OCDE para que acepten al país sudamericano como nuevo miembro.
Pero la agenda del presidente argentino ha sido opacada por el encuentro Trump-Xi. Más aún, un exceso de violencia en las protestas que se esperan paralelo a la cumbre podría dar la señal equivocada sobre el país.
Macri debe convencer a la comunidad internacional de que su país ha dejado atrás lo peor de la crisis, y que será capaz de sacar adelante las reformas fiscales acordadas con el FMI, a cambio de un rescate por US$ 57 mil millones. El gobierno ya alcanzó el objetivo fiscal fijado por el FMI para este año. Pero Capital Economics destaca que el esfuerzo fiscal realizado hasta ahora es apenas un tercio del necesario. La situación de Macri es complicada, pues estos mismos recortes le podrían costar la reelección.
Por lo pronto, en el juego de alianzas entre China y EEUU, Macri no ha dudado en aliarse con Trump.
Entre dos socios
En el caso de México, el nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador no asistirá al G20, porque toma posesión el 1 de diciembre, el día del cierre de la cumbre. La inclinación natural de México sería alinearse con su vecino del norte, sobre todo después del acuerdo para reemplazar el Nafta por el Usmca. Sin embargo, hay grandes diferencias ideológicas entre AMLO y Trump. De hecho, la lista de presidentes invitados a su posesión está dominada por líderes de gobiernos de izquierda y países de economías cerradas, como Cuba, Venezuela y Corea del Norte.
El nuevo Usmca también está en peligro. La nueva mayoría demócrata en la Cámara de Representantes estadounidense ha expresado varias objeciones al acuerdo, y sobre todo está dispuesta a evitar que Trump se anote una victoria política.
En el fuego cruzado entre Washington y Beijing, si bien una guerra comercial puede afectar a Latinoamérica a través del deterioro del escenario externo, es la desaceleración de la economía china lo que pesa más sobre la región, afirma Edward Glossop, economista para Latinoamérica de Capital Economics. A lo que se suma, como segundo factor, las políticas económicas domésticas.
La UE ¿un mediador?
¿Puede la UE servir de mediador en el conflicto entre EEUU y China? Hasta ahora la UE ha jugado el rol de bastión del multilateralismo, condenando el ataque de Trump a instituciones como la OTAN, la OMC o la Unesco.
Sin embargo, este rol parece cada vez más difícil. “Hay cierta erosión interna, que hace más difícil que la UE presente una postura única”, analiza Steven Blocknans, jefe de política exterior del think tank Center for European Policy Studies, con sede en Bruselas.
De hecho, los líderes europeos llegarán a la cumbre tras haber votado un acuerdo para la separación de Reino Unido del bloque, en medio de un conflicto con Italia, que desafía el control de la UE sobre sus cuentas fiscales, y con una discusión pendiente sobre las reformas para su futuro.
Los jefes de Estado de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido asistirán por sus propios países a la cumbre, donde la UE estará representada como bloque por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
“Es innegable que hay crecientes diferencias entre los países miembros, en temas como comercio o migración. Por ejemplo, la postura de Italia, cuyo gobierno tiene cercanía con Rusia, al punto de cuestionar las sanciones de la UE contra ese país”, señala Blockmans.
Al mismo tiempo, los ataques de Trump al sistema multilateral de gobierno internacional atacan al mismo corazón de la UE. “Es un tema muy problemático para el bloque europeo”, agrega el analista.
Entre China y EEUU, los intereses de los miembros de la UE se dividen por áreas. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha endurecido sus críticas a Trump recientemente. La canciller alemana, Angela Merkel, propio a su estilo, ha evitado ataques directos, pero tiene varios intereses en juego: la industria exportadora de su país y la relación energética con Rusia.
El gobierno italiano tiene sintonía con las políticas proteccionistas y nacionalistas de Trump, pero su alianza con Rusia (a su vez aliado de China), dificultan su postura.
La primera ministra británica, Theresa May, tiene como prioridad asegurar la promesa de un Tratado de Libre Comercio, ya sea con EEUU o China, una vez sellado el Brexit.
“En el conflicto entre EEUU y China para la UE hay dos dimensiones. En lo comercial, este conflicto ha beneficiado a la UE, pero otra cosa es el tema de seguridad”, en el que Washington ha sido un aliado histórico, recuerda Blockmans.