Rosanna Costa: “Lo que veo con más preocupación es que nos estamos acostumbrando a la mediocridad”
En materia fiscal, la economista valora el giro hecho por el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, pero cree que debe sincerarse aún más el escenario hacia futuro.
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“Lo peor que nos dejó el 2015 es la sensación de que crecer a 2% es lo mejor que podemos hacer como país”. Así de categórica es la economista y subdirectora de Libertad y Desarrollo (LyD), Rosanna Costa, a la hora de entregar su balance del ejercicio recién terminado.
Otro punto que le inquieta es que, a su parecer, se está consolidando la idea de que Chile tiene que marchar al ritmo de la economía internacional. “Nosotros éramos un país que buscamos y demostramos que se podía ir más rápido que el resto del mundo y esa es la forma de lograr el desarrollo. Tienes que ir más rápido que el resto y para eso tienes que mejorar lo que tienes internamente”, argumenta.
- Acaba de terminar un año no muy bueno para el país desde el punto de vista de la actividad, ¿este año puede ser aún más modesto?
- 2016 se vislumbra como un nuevo año magro, un tercer año consecutivo con crecimientos bordeando el 2% con dificultad. Lo más complejo de esto y lo que más me preocupa es que nos estemos acostumbrando a que el escenario externo es el viento que nos mueve y que en lo interno no importa lo que hagamos. No tenemos muchas ganas de hacer cosas que nos ayuden a crecer y seguimos sin valorizar el potencial que nos da el crecimiento para el empleo, para la reducción de la pobreza. Lo que veo con más preocupación es que nos estamos acostumbrando a la mediocridad.
- Una de las críticas recurrentes que ha recibido el gobierno de la presidenta Bachelet es la falta de foco en el crecimiento. ¿Es un tema que está ya arraigado?
- Yo lo veo arraigado, y por eso me preocupa los bajos niveles de crecimiento y la poca reacción interna. Empezamos a convencernos que es nuestra realidad futura, y no lo es. El gobierno tiene poca convicción en el crecimiento, incluso después del cambio de gabinete, porque el programa no considera el crecimiento como una variable relevante y piensa o tiene implícito que se puede hacer todo sin crecimiento; y eso no es así.
Entonces, no solamente no le pone impulso, sino que continúa con mecanismos que no apuntan ni favorecen ni a despejar incertidumbre. Al revés, en vez de reducir costos en esta economía que está flaca y magra, seguimos aumentándolos, con la única excepción del sector energético que, con ayuda de las lluvias y algo de viento interno, ha logrado alguna rebaja de costos.
- ¿El gobierno no está haciendo todo lo necesario para que el país crezca a su potencial?
- No solamente no estamos haciendo nada, sino que estamos empujando el carro hacia abajo. Cuando uno lleva la tasa de impuestos de las empresas a los niveles de países como Finlandia, Dinamarca, Holanda, tiene que hacerse cargo de que no está favoreciendo al ahorro y la inversión. Cuando uno parte con una discusión laboral en que el único punto en el cual algo se vislumbraba en esa dirección -los pactos de adaptabilidad- queda guardado en el cajón de los olvidos, es que no estamos haciendo nada para abultar la participación y mejorar la productividad. Además, vamos a comenzar a discutir los cimientos económicos del país con el cambio constitucional. Estamos lejos, lejos, muy lejos de estar en un escenario propicio al crecimiento.
- ¿Hay algo que juega a favor?
- Está la comisión de productividad -que yo integro-, que está mirando el cobre, la salud pública, que está rearmando las agendas pendientes, pero sus tiempos son más lentos de lo que el país hoy necesita. El país necesita más agilidad, más rapidez en esos temas.
Rol de Valdés y cuadro fiscal
- ¿Cuál es su evaluación del trabajo que ha hecho el ministro Valdés?
- La impronta del ministro ha estado en el tema fiscal, donde ha dado un giro relevante, porque anteriormente todo se podía hacer, y de un día para otro los números se sinceran y trata de alinear las expectativas a lo que se viene. Pero hay una tarea pendiente, porque creo que las expectativas siguen desbordadas en relación a lo que uno puede proyectar con crecimientos de 2% ó 3% si nos vamos al potencial.
- ¿Valdés está al debe a la hora de despolitizar las reformas y acercarlas a la realidad económica del país?
- El ministro es bien técnico y ha tratado de ponerle esa impronta al debate, pero creo que no hay convicción del gobierno de esa ruta. Eso es lo que percibe el sector privado y lo que nos tiene estancados.
- El mismo ministro ha dicho que lo más complejo vendrá en 2017 y 2018.
- El escenario fiscal será complejo no solo esos años. Cuando uno mira las proyecciones de mediano plazo y el incremento de los ingresos estructurales de 2019, están un poco altos para lo que uno esperaría en un primer año sin ayuda de ajustes tributarios al alza. Creo que hay que sincerar un poco más esa proyección.
- ¿Más sinceramientos?
- Cuando pienso en el largo plazo, veo una economía que crece al 3%, que tiene ingresos fiscales creciendo más menos al 3% y, por lo tanto, un gasto público creciendo al 3% incluso sin reducir el alto déficit. Y ese es un panorama en el cual los servicios públicos pueden crecer a un ritmo menor a las expectativas, un escenario donde no hay espacio para compromisos grandilocuentes de gratuidad. Por lo tanto, le falta tarea de anclaje de expectativas al ministro de Hacienda en lo fiscal y creo que no solamente a dos años, sino para adelante.
Con todo lo efectivo y valioso que ha sido el cambio de giro, la tarea de Valdés no está completa y es difícil sobre todo en período eleccionario.
Por eso siempre dije que el Presupuesto 2016 rayaba en lo máximo que se podía gastar y no se hacía cargo de potenciales dificultades, no solo políticas, sino que de sinceramientos adicionales en los parámetros de largo plazo.
-¿Es realista la decisión de postergar el balance estructural?
- Es más realista, pero creo que le faltan ajustes. El período de convergencia es más largo que el propuesto por el ministro y el horizonte de mediano plazo es más difícil, por razones políticas y porque es difícil mantener los compromisos que tiene, como evitar que aumente el gasto durante el año. Y hay un mediano plazo que hay que construir y que requiere más ingresos, que se logran con mayor crecimiento y hasta ahora el gobierno ha sido muy poco proclive a ayudar a levantar las tasas de crecimiento de mediano plazo.
Nos vamos a demorar cada vez más en converger al equilibrio en la medida que sinceren los parámetros y, por lo tanto, vamos a tener déficit por más tiempo y vamos a acumular más deuda.
Nueva Constitución: "Debate no debe replicar lo visto en Educación"
La ex directora de Presupuestos durante el gobierno de Sebastián Piñera señala que 2014 fue un año marcado por una reforma tributaria "muy mala" y 2015 dejará el sello de una reforma laboral con un calificativo similar, además de abrir las puertas a una discusión constitucional que, desde el punto de vista de la institucionalidad económica, le inquieta.
"Me preocupa una discusión de institucionalidad económica, de la independencia del Banco Central, de los derechos de propiedad y cómo eso se conjuga de manera responsable en materia de equilibrios macroeconómicos. Todo esto lo han vivido otros países y genera desequilibrios relevantes, y es una discusión que a mí me gustaría que se hiciera de manera más profunda", detalla.
- ¿Fue una buena decisión alargar el proceso más allá del actual gobierno o se debió optar por un plazo menor para disminuir la incertidumbre?
- No me gustaría ver un debate constitucional como lo que hemos visto con la ley de gratuidad en la educación. Espero que no. Prefiero un mayor tiempo y que decante, pero no concibo un debate de esa magnitud sobre la base de un diagnóstico tan pobre, en el que no sabemos adónde vamos, en el cual vamos a empezar a construir sueños en el papel, donde no nos gusta el origen de lo que tenemos, independiente de los resultados.
- ¿Haría la diferencia que se entregaran definiciones respecto al proceso?
- A estas alturas, es bien difícil ya. El proceso partió mal, con la consigna "tenemos que cambiar", pero ¿cambiar qué? Debió partir con un temario señalando los temas que preocupan, porqué preocupan y qué es lo que efectivamente la actual Constitución no ha dejado hacer.Yo todavía no sé qué es.
Da la impresión que con el cambio de la Constitución se va a acabar el problema de la salud, de la educación, se va a acabar todos los problemas de este país. Esa forma de plantear el tema me parece muy poco adecuada.
Generalmente, se tiene un diagnóstico previo, bien establecido, bien configurado y eso ya delimita el escenario, aquí no hay nada de eso y me parece pésimo. Pero un proceso corto, no pensado y estomacal para un tema como ése, tampoco es correcto. Para evitar que el debate constitucional replique el debate en educación se debe comenzar a construir contenidos, no solo levantar sueños.